Susan Sontag

La biografía de Susan Sontag muestra a una de las grandes intelectuales norteamericanas del siglo XX, pero también a una persona que alcanzó la fama en los círculos de la cultura pop durante su vida. Saber quién fue Susan Sontag es clave para comprender el legado de una pensadora, novelista, crítica literaria y famosa capaz de reunir en su figura muchas de las claves de la segunda mitad del siglo XX.

Los primeros años de Susan Sontag

Aunque naciera en New York, su infancia discurrió lejos de esta ciudad. Los primeros años de vida de la niña se desarrollaron entre las ciudades de Tucson y Los Ángeles, ya que su familia no dejó de moverse debido a diferentes motivos.

Eso sí, el padre de la niña, Jack Rosenblatt, moriría cuando esta contaba con solo cinco años, algo que la dejó a solas con una madre que tuvo siempre problemas de alcohol y que no se implicó demasiado en la educación de la pequeña.

El apellido de Susan es el del hombre que se casó con su madre años después, Nathan Sontag. Pero lo importante de esta etapa no es la vida familiar de la niña, sino lo pronto que comenzó a destacar en sus estudios.

Sontag demostró tener un enorme talento para todas las disciplinas relacionadas con el campo de las humanidades. Con solo 15 años, la joven ingresó en la universidad de Berkeley en California, dando inicio a unos años de formación que serían muy agitados.

Susan, que nació en 1933, estuvo solamente un año en la citada universidad. Tras este periodo pasaría a la de Chicago, donde obtuvo su licenciatura en 1951 con solo 18 años. En este momento ya se había casado con el profesor Philip Rieff con quien tendría un hijo en 1952. El hecho de ser madre no la impidió seguir su formación en la universidad de Harvard.

Recientes biografías han apuntado que la pensadora americana no fue en absoluto una madre dedicada. De hecho, repitió en muchos casos los comportamientos que su madre había tenido con ella. Dejó a su niño largos periodos solo mientras ella viajaba dando conferencias por medio mundo.

Los años de formación se extendieron durante buena parte de la década de los 50, un tiempo en el que se distanció de su marido. El divorcio de este se produciría en 1957 y emprendería una etapa en París para estudiar en la Sorbona.

Con solo 24 años, ya acumulaba a sus espaldas la experiencia de cinco grandes ciudades, un hijo, un matrimonio acabado y una formación académica brillante que le permitió destacar rápidamente en los círculos culturales.

El ascenso definitivo

A su vuelta de París, decidió dedicarse a la escritura de manera formal. En 1963 aparece su primera novela, con la que consiguió que las grandes editoriales neoyorquinas tuvieran su nombre apuntado en letras mayúsculas esperando nuevas publicaciones.

En estos años, compaginó su labor de profesora en diferentes universidades con una actividad literaria cada vez más importante. Es también destacable la relevancia que tuvo el ambiente cultural neoyorquino en la aparición de esta joven pensadora y escritora.

La intelectualidad de New York andaba tras una correcta interpretación del momento histórico que vivían. Pocos eran los que no se dieron cuenta de la importancia que iba a tener la década de los 70 a todos los niveles.

Y esa interpretación apareció de la mano de Contra la interpretación, una serie de ensayos en los que Sontag analizaba pormenorizadamente el momento histórico en el que estaba viviendo. Rápidamente, estos se convirtieron en la bandera intelectual de muchos de sus compañeros de generación. Gracias a esta publicación, su fama como ensayista se disparó hasta el punto de que sus opiniones sentaron la base de buena parte de los intelectuales independientes norteamericanos.

Especialmente importantes fueron sus reflexiones sobre la guerra de Vietnam a la que se opuso de forma directa, aunque también destacó su legitimación de la Cuba de Castro, una opinión que sí modificó con el tiempo.

El activismo político

Mientras la carrera de Sontag como novelista discurría de forma tranquila y sus publicaciones eran tan bien recibidas como escasas, lo que no paró jamás fue su compromiso político. Susan se convirtió en la gran hostigadora de los gobiernos estadounidenses y su voz crítica se hacía escuchar en radios, televisiones y demás. De hecho, fue de las primeras personas intelectuales en compaginar el ambiente académico al más alto nivel con los medios de comunicación de masas.

En la época aparece otro de los geniales ensayos de la autora. El trabajo de Susan Sontag sobre la fotografía es uno de los análisis más certeros de esta forma de expresión artística. Aún hoy se sigue empleando y analizando, ya que su riqueza en contenido es enorme.

Pero su exposición a los medios de comunicación y a la vorágine política terminó pasando factura a la autora. No han sido pocos los ataques que se han vertido de forma personal sobre su obra simplemente por las inclinaciones políticas de la autora, algo con lo que supo convivir perfectamente en sus últimos años de vida.

Lo que sí consiguió es convertirse en miembro de la Academia Americana de las Letras y alcanzó los mayores reconocimientos en vida que un intelectual puede obtener en Estados Unidos. El legado de Sontag pasa por haber diseccionado perfectamente la realidad social de su tiempo y por haberse implicado en ella de forma incuestionable.

Su obra literaria, ensayística y filosófica aún está más que vigente. Muchos de los problemas que trató la neoyorquina siguen sin tener una respuesta definitiva a día de hoy. Una pensadora que, sin duda, está dando mucho que pensar a las siguientes generaciones.

Pero todo el torrente de trabajo y de apariciones en la vida pública se detendría un 28 de diciembre de 2004. Ese día, Susan Sontag moría en la ciudad de New York con 71 años a consecuencia de la leucemia. Sus restos descansan en el parisino cementerio de Montparnasse, donde la autora pidió que se depositaran tras su muerte.