Nicolás Salmerón

La biografía de Nicolás Salmerón te va mostrar a uno de los políticos más importantes del siglo XIX en España. Llegó a convertirse en presidente del poder político en la primera experiencia republicana en España, aunque el cargo lo ostentaría durante poco más de un mes.

Quién fue Nicolás Salmerón

Salmerón nace en la localidad almeriense de Alhama la Seca un 10 de abril de 1838. Su padre era el médico del pueblo y convencido liberal, que tomaría parte en la insurrección de Almería, conocida como de los coloraos. Así, el ambiente en casa era proclive a una formación abierta al regeneracionismo y a las propuestas progresistas.

Siendo niño, Nicolás Salmerón quedó huérfano de madre, algo que marcó en parte su vida y que él siempre reconoció como uno de los grandes problemas de su infancia. Esta infancia, por lo demás, discurrió dentro de los cauces normales, sin ningún hecho destacable.

Terminado y obtenido el título de bachiller de Bellas Artes, que Salmerón cursó en Almería, el joven se mudó a Granada para estudiar Filosofía y Letras. En Granada conoció a Francisco Giner de los Ríos, intelectual con el que mantendría una relación de amistad durante toda su vida.

Fue en esta época, a finales de la década de los 40 y principios de la de los 50 del siglo XIX, cuando Nicolás comenzaría con una actividad política más comprometida y decidida. En estos tiempos, su propio hermano mayor, Francisco, se convertiría en diputado y en ministro de Ultramar, lo que da buena cuenta de la vinculación de la familia Salmerón con la política del momento.

Ya en la capital, Nicolás comenzó con su carrera docente en el Instituto San Isidro de Madrid y en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid. Todo esto se produjo en torno a 1860, siendo estos años decisivos para que el ambiente intelectual y político de la capital española comenzara a descubrir al joven llegado de Almería.

En 1864, Nicolás Salmerón se convierte en catedrático de Historia Universal en la Universidad de Oviedo, aunque preferiría quedarse en Madrid, donde consiguió otra cátedra, de Metafísica esta vez, en 1866. Hacer hincapié en el bagaje intelectual de este personaje no es algo carente de importancia, ya que movimientos como el krausismo y el positivismo sustentarían la ideología política de Nicolás. Esta ideología se mostraría públicamente en artículos de periódico y lo conduciría directamente a la cárcel durante cinco meses en tiempos del reinado de Isabel II.

Pero el Salmerón que te estamos presentando encontraría su momento político al llegar La Gloriosa. La revolución de 1868 creó el ambiente propicio para que los intelectuales más progresistas pudieran retomar su actividad.

El ambiente de libertad vivido a raíz del citado alzamiento cobró gran intensidad durante el Sexenio Democrático. En este sexenio se suceden las etapas del gobierno provisional, el reinado de Amadeo I y la Primera República Española, momento este último que es el que más hará destacar a Salmerón.

 

Nicolás Salmerón y la Primera República

Desde la misma llegada de la República, proclamada en febrero de 1873 por la renuncia de Amadeo de Saboya al trono español, Salmerón se convertiría en una figura fundamental de la política.

El primer cargo que ocupó el almeriense fue el de ministro de Gracia y Justicia, cuando el cargo presidencial lo ocupaba Estanislao Figueras. Es bien sabido que la Primera República Española estuvo ampliamente marcada por la inestabilidad política y que, en ella, los cargos se iban sucediendo con una velocidad que no deja de ser anecdótica como poco.

Salmerón se convertiría primero en presidente de las Cortes Generales el 13 de julio y, solo cinco días más tarde, alcanzaría el puesto de presidente del Poder Ejecutivo. A este lugar llegó tras la dimisión de Pi y Margall. Eso sí, la situación con la que se encontró era de todo menos plácida.

Para intentar salvar la estabilidad nacional, Salmerón recuperó a militares contrarios a la República. Martínez Campos o el mismo Pavía, que se alzaría poco después, son ejemplos de ello. El territorio español se estaba desgajando por entonces en cantones más o menos problemáticos como los de Sevilla, Cádiz o Cartagena.

Dentro del ejército, había numerosas personalidades que colaboraron con los cantonalistas de diversas regiones. Pues bien, esto fue lo que llevó a Salmerón a dimitir. El 7 de septiembre de 1973, poco más de un mes después de haber llegado al cargo, el almeriense presenta su renuncia.

El motivo fue su negativa a firmar las penas de muerte de diversos militares que colaboraron con el cantonalismo. Sin embargo, Salmerón no desapareció de la política, ya que fue elegido como presidente del Congreso de los Diputados, donde mantuvo una tensa relación con Emilio Castelar, su sucesor en el cargo.

 

Exilio y últimos años de vida

El golpe de estado de Pavía pondría fin a la primera experiencia republicana en España. Salmerón decide retirarse de nuevo a la docencia en su cátedra de Metafísica, pero la restauración borbónica haría que el almeriense tomara el camino del exilio.

El lugar elegido fue París, donde proseguiría su trabajo político fundando el Partido Republicano Progresista. Hasta 1885 Salmerón no volverá a España. La posibilidad de hacerlo se debió a la amnistía de Mateo Sagasta, en 1881, la cual le permitió recuperar su cátedra.

Los últimos años de vida de Nicolás Salmerón lo volvieron a llevar a la política activa. Diputado en 1886. Posteriormente, en un periodo de tiempo ininterrumpido desde 1893 hasta 1907, su figura estuvo presente en los grandes eventos de la crisis de 1898 y en la formulación de una nueva España, que dejaba atrás los siglos del imperio.

Estando de vacaciones en la localidad francesa de Pau, Salmerón muere en 1908. Desde 1915, sus restos descansan en un monumento erigido en el cementerio civil de Madrid, muy cerca de los de Pi y Margall. En su epitafio se destaca el hecho que mejor revela su personalidad y que ya te señalamos antes: dejar el poder para no firmar una sentencia de muerte.