Marco Antonio

La biografía de Marco Antonio nos muestra a uno de los militares más brillantes de la historia romana. Pero también un personaje que terminó siendo enemigo de Roma debido a su último romance. Así, vamos a ver a fondo quién fue Marco Antonio y cuál fue su papel en la historia romana.

Infancia y adolescencia de Marco Antonio

Nuestro protagonista no nació en una familia cualquiera. La gens Antonia, una rama patricia de gran importancia, fue la que dio vida a este personaje. De esta forma, desde su más tierna infancia, Marco Antonio estaba destinado a ser un líder político y militar. Lo último lo hizo de forma destacada, aunque en lo primero no tuvo tanta suerte ni brillantez.

Nacido en la ciudad de Roma en el 83 a. C., la pronta muerte de su padre marcó su infancia. El niño creció sin un referente claro, por lo que pasó unos años llevando un estilo de vida algo disoluto.

Algunos historiadores como Plutarco cuentan que la juventud de Marco Antonio no fue lo que se dice ejemplar. El joven estuvo relacionado con escándalos, apuestas e incluso peleas callejeras. Es más, se dice que su posterior partida a Atenas tenía como objetivo escapar de las deudas que tenía.

En Atenas, ciudad a la que llegó en el 58 a. C., el joven recibiría clases de retórica de los principales filósofos del momento. En esta ciudad recibiría la llamada para empezar a servir en el ejército, algo que haría en diversos territorios africanos.

La capacidad militar de Marco Antonio pronto destacó. Esto, unido a su noble origen, hicieron que Julio César lo tomara bajo su protección y le confiara cada vez más responsabilidades. Así hasta que en el 48 a. C. se encargó de gobernar toda Italia ante la ausencia de Julio César. Este se encontraba persiguiendo a Pompeyo en África, por lo que el poder quedó en manos de nuestro protagonista.

Eso sí, a nivel político, Marco Antonio no mostró el genio militar que lo había caracterizado. En el 44 a. C. fue nombrado cónsul y él mismo llegó a verse como el sucesor de Julio César. Pero esto no se produjo, ya que el mandatario tenía otros planes que dejó por escrito en su testamento. Los planes a los que hacemos referencia nombraban heredero a Octavio, el futuro Augusto.

El triunvirato

Como es evidente, la decisión de Julio César no sentó nada bien al antonino. A la muerte de César, en el 44 a. C. asesinado en los idus de marzo, se desató la tensión que había estado creciendo durante años.

Marco Antonio quedó al mando de la ciudad y se negó a admitir a Octavio con la esperanza de tomar el poder él mismo. Sin embargo, el futuro Augusto no tardó en montar un ejército y marchar sobre Roma para defender sus intereses. Octavio contaba con la simpatía de los defensores de la república, por lo que tuvo bastante apoyo.

Finalmente, ambos se enfrentaron en la batalla de Módena saliendo Marco Antonio derrotado de la misma. En lugar de seguir con la lucha, todos se sentaron a negociar y llegaron al acuerdo de formar un triunvirato. Este se compondría del antonino, de Octavio y de Lépido.

En el reparto, Marco obtuvo el control de la Galia Cisalpina. Sin embargo, sus guerras contra Bruto y Casio le dieron también el control de Siria, parte de Asia y Egipto. Se produjo entonces un nuevo reparto de territorios entre los triunviros. Octavio dominaría occidente, Lépido gobernaría en África y Marco Antonio en oriente.

Pero el acuerdo duró poco, ya que Octavio y Marco Antonio decidieron deshacerse de Lépido en el 36 a. C. y repartirse sus territorios. La zona de Egipto quedó en manos de Marco Antonio, algo muy importante en sus siguientes años.

La caída y muerte de Marco Antonio

Cuando Marco Antonio afianzó su posición en Oriente, llamó a la reina de Egipto para que le presentara los debidos respetos. Cleopatra llegó a la reunión en medio de un fasto más propio de los antiguos faraones que de la dinastía ptolemaica.

Sin embargo, el efectismo tuvo éxito, ya que la pareja de gobernantes comenzó una relación que sería la perdición del antonino. Durante largos años, Marco Antonio pasó más tiempo con Cleopatra que con su mujer romana.

Es más, tuvo varios hijos con ella: Alejandro, Cleopatra y Ptolomeo Filadelfo. Marco Antonio empezó entonces a dar territorios propios a Egipto. Esto llevó a la nueva pareja de Marco Antonio a ser la gobernante ptolemaica con mayor poder desde hacía siglos.

Sin embargo, Roma no veía nada bien esta deriva orientalista. Es más, Marco Antonio fue objeto de una campaña de desprestigio que ponía de relieve cómo había abandonado su vida romana por una reina bárbara.

La situación no fue desaprovechada por Octavio en absoluto. Siendo Marco Antonio el único rival que tenía en su camino hacia el poder total, decidió intervenir antes de perder la oportunidad. Basándose en todo lo que hemos dicho, Octavio se lanzó a la conquista de oriente con especial fijación por Egipto.

Comenzaron las llamadas guerras ptolemaicas que se desarrollaron entre el 32 y el 30 a. C. El punto álgido del conflicto tuvo lugar cerca de la ciudad de Actium. En este punto, las naves de Octavio y las egipcias desarrollaron una batalla naval que terminaría con la victoria de los romanos.

Aunque se esperaba una respuesta por parte de Marco Antonio y Cleopatra, esta no llegó en absoluto. Al contrario, Octavio pudo desembarcar y entrar victorioso en Alejandría sin la menor oposición.

Mientras esto sucedía a principios de agosto del año 30 a. C., Cleopatra y Marco Antonio decidieron poner fin a sus vidas. Ambos se suicidaron para no ser apresados por el vencedor Octavio, quien pudo convertirse de esta forma en el primer emperador de toda Roma.

Así, la biografía de Marco Antonio fue la de un hombre cargado de ambición y genio militar. Sin embargo, desde el punto de vista político, las cosas no le fueron tan bien, incluyendo su intenso romance con Cleopatra.