Lillian Moller

La biografía de Lillian Moller nos muestra a una de las grandes mujeres de la Historia. Pionera tanto en sus estudios como en los campos en los que trabajó, su contribución a la Ingeniería hace necesario conocer quién fue Lillian Moller y cómo vivió para que su legado se mantenga vivo.

Infancia y primeros años de formación

El 24 de mayo de 1878 fue el día en el que la familia Moller dio la bienvenida en su seno a una nueva hija. Sería conocida como Lillian y formaría parte de los 10 hijos que tuvieron el matrimonio formado por William y Annie Moller.

Los primeros años de la infancia de la niña pasaron dentro del hogar. Incluso su formación, puesto que esta se llevó a cabo en casa hasta que la jovencita contó con una edad de 9 años. Esto no era nada extraño en la época, ya que el acceso a centros escolares era complicado por las distancias y la falta de recursos de muchos de ellos.

Pero se puede afirmar que esto no lastró en absoluto a nuestra protagonista. Lillian llegó muy bien preparada a la secundaria, etapa que sí que realizaría ya en un centro fuera de casa. Obtuvo su título en este nivel en 1896, alcanzando ya en ese momento un nivel de formación muy superior al de la mujer media de la época.

No obstante, Lillian no tenía en absoluto la intención de detener su formación. Ahora bien, esto no dependía de ella, ya que requería del consentimiento paterno. Lo consiguió, algo que permitió que hoy estemos hablando de ella.

La universidad, la forja de un gran talento

El primer centro universitario al que acudió Lillian fue la universidad de California. En aquel momento, este era lugar con limitaciones, lo que no impidió que la joven consiguiera obtener un título como experta en especialidades como el inglés, la Psicología y la Filosofía.

En su último año, Lillian fue la responsable de dar el discurso de apertura del año académico, la primera mujer que lo hacía. Durante estos años, además, se dedicó a la educación de sus hermanos menores durante las noches.

Terminada esta etapa, la joven Moller quería seguir formándose, por lo que tuvo que irse de casa para seguir estudiando en la universidad de Columbia. No obstante, una enfermedad la mandó de vuelta a casa, donde comenzaría su doctorado en la universidad en la que comenzó sus estudios.

Estos fueron los años decisivos para su carrera por varios motivos. En primer lugar, porque fueron los que la pusieron en el camino para desarrollar los que posteriormente fueron sus grandes aportes, especialmente en el campo de la Psicología. En segundo lugar, porque fue cuando conoció a su futuro marido, algo que marcará muchos de sus trabajos.

Boda y trabajo con su marido

En 1904, Moller contrajo matrimonio con Frank Bunker Gilbreth. Ambos deciden que deben tener una familia numerosa y así lo hicieron, ya que consiguieron que 11 hijos llegaran a la edad adulta.

Pero esta frenética actividad doméstica no apartó en absoluto a Lillian del panorama intelectual. Es más, tener una extensa familia fue algo fundamental en muchas de las aportaciones científicas de Moller, ya que incluso usó a algunos de sus hijos en varios experimentos.

Pero ¿qué aportó Lillian Moller? Al margen de algunas contribuciones concretas, su principal legado es haber sabido combinar perfectamente aspectos clave de la psicología de masas y de la ingeniería aplicada.

Es más, no son pocos los que afirman que Moller fue la primera psicóloga industrial dedicada especialmente a los aspectos organizativos dentro de los centros de trabajo. En buena medida, este interés por la organización procedía también de su marido, el cual había detectado problemas de este tipo en algunos de los puestos que había ocupado.

Como apuntamos antes, las hipótesis de Moller se ponían a prueba con sus propios hijos. Contar con una familia tan numerosa obligaba a que la organización del hogar fuera una cuestión importante y un buen banco de pruebas para dar solución a los problemas que existían en los grandes centros de trabajo.

Tal fue el éxito y el reconocimiento de algunas de las estrategias desarrolladas por Moller, que ella y su marido abrieron la consultoría Gilbreth Inc. Desde aquí se dedicaron a dar asesoramiento en organización a muchas compañías que encontraron en sus soluciones una forma de hacer más eficiente sus labores.

Con todo, era una época en la que el papel de la mujer en el escenario público era complejo. Por ello, muchas de las investigaciones de Moller van firmadas por su marido, algo que los expertos saben hoy a ciencia cierta.

Los logros de Lillian Moller

Tal fue el éxito en el desarrollo de las ideas de Moller que su talento pronto sería respetado a los niveles más altos. La que es considerada como la primera psicóloga industrial pasó a trabajar para varios de los presidentes de Estados Unidos durante el siglo XX. Kennedy es solo uno de ellos, ya que diferentes administraciones decidieron contar con su talento para la organización.

Con Lindon Johnson llegó incluso a trabajar en asuntos relacionados con la infraestructura bélica del país, algo que no se puede olvidar por la escasez de mujeres que lo hacían en ese momento.

Sin embargo, el 2 de enero de 1972 su vida llega a su final. Cuando murió Lillian Moller con más de 90 años, su nombre era ya una leyenda dentro del mundo de la Ingeniería. Tampoco se puede dejar de lado su papel como precursora de la inclusión de la mujer en los entornos laborales. Es cierto que no fue una activista, pero su simple ejemplo a la hora de estudiar, trabajar e investigar fue una inspiración para muchas.

De esta forma, al final de su vida, los logros de Moller incluían centenares de aportaciones al campo de la Ingeniería en términos de organización. Sus desarrollos e investigaciones siguen teniendo validez en la actualidad en muchos centros de trabajo, por lo que su nombre sigue ganándose el respeto de una gran cantidad de profesionales.