John D. Rockefeller

La biografía de John D. Rockefeller es el retrato de uno de los empresarios más importantes de todos los tiempos. Considerado como el hombre más rico de la historia, el gobierno americano tuvo que separar sus empresas para eliminar el monopolio que había creado el magnate y del que aún se beneficia la gran familia Rockefeller.

¿Quién era John D. Rockefeller?

John D. Rockefeller nació el 8 de julio de 1839 en Nueva York. Desde muy pequeño, el niño mostró un gran interés por los negocios. Tanto es así que montó una especie de negocio en el que vendía piedras pintadas a sus compañeros de clase. Gracias a ellas, consiguió amasar la pequeña fortuna para la época de 50 dólares.

Siendo aún niño, John comenzó a hacer préstamos a amigos de sus padres. Así, el joven se dio cuenta de las posibilidades que tenía el negocio de prestamista, una actividad que no abandonaría jamás.

Inteligente y muy disciplinado, su carrera estudiantil fue brillante y lo llevó directamente a la escuela comercial de Cleveland. De esta institución salió a los 16 años con un trabajo como contable en varias empresas.

Estas no tardaron en advertir el talento del joven, especialmente en lo referente al control de capitales y a la intuición para hacer prosperar negocios. Tras unos años en el sector, el fundador de la dinastía Rockefeller decidió iniciar su propia actividad con una firma de corretaje.

El primer año en solitario reportó unos beneficios de 4000 dólares. El segundo, la cifra se cuadruplicó y la carrera de John D. Rockefeller despegó de forma definitiva.

 

La importancia de la Guerra Civil

La actividad con sus primeros negocios iba viento en popa. Sin embargo, eso nunca satisfizo las inquietudes de este prometedor empresario. En la incipiente Guerra Civil estadounidense, vio la oportunidad para hacer crecer su imperio, y no la desaprovechó.

Junto a un socio, Clark, se dedicaron a surtir de alimentos a las tropas del frente. Hay que destacar que el joven se consiguió librar de luchar en el conflicto mandando y pagando a soldados en su lugar. También realizó generosas aportaciones para el bando del norte para evitar su participación en el combate.

La actividad comercial llevada a cabo durante la Guerra Civil generó una cantidad de beneficios que, posiblemente, los dos implicados en la empresa no habían imaginado. Sin embargo, el conflicto acababa y, por lo tanto, el negocio también.

Esto hizo que Clark y Rockefeller comenzaran a mirar a otras posibles vías de ingresos. Donde finalmente posaron la mirada fue en el refinado de petróleo crudo, un movimiento que sí que será el definitivo del protagonista de esta biografía.

 

De una refinería a un imperio

A principios de la década de los 60 del siglo XIX y con la guerra aún sin terminar, Clark y John abrieron su primera refinería en Cleveland.

En aquellos años, la industria del petróleo se movía en un continuo derroche en el que los subproductos de la refinación no eran aprovechados en absoluto. La mentalidad ordenada y metódica de Rockefeller cambiaría esto creando una empresa tan eficiente que no tardó en dominar el mercado.

Las cifras hablan por sí solas: las refinerías que hacían la competencia solo aprovechaban el 60 % del crudo. La de Rockefeller y Clark, casi el 100 %, creando productos como la gasolina, la nafta o el alquitrán.

En 1865, John se quedó con la compañía al completo tras un proceso de subasta pública en el que superó la suma ofrecida por Clark y otros interesados en su compra. El magnate, convertido ya en referente de la industria, comenzó su ascenso en solitario de una forma imparable.

A inicios de la década de los 70, cambió el nombre de su compañía y la transformó en la Standard Oil. Esta compañía es todo un mito dentro del mundo de los negocios, ya que se convirtió rápidamente en una especie de dueña de todo el petróleo que se usaba en Estados Unidos.

 

El progreso de la Standard Oil

La década de los 70 del siglo XIX vio tanto la fundación de esta empresa como su crecimiento. El plan de John D. Rockefeller era simple: convertirse en el dueño de todo el petróleo del mundo. Aunque no lo consiguió, no anduvo demasiado lejos de esta meta tan ambiciosa.

Los métodos de Rockefeller eran tan sencillos como depredadores. Debido a su capacidad económica, compraba o arruinaba a cualquier otra empresa que estuviera dentro del sector. En poco tiempo, esta empresa consiguió que su sello estuviera presente en el 95 % de todo el petróleo que se movía en el país.

Pero el gobierno norteamericano no parecía demasiado contento con que una sola firma acaparara un mercado vital para la economía del país. En un litigio que duró décadas, y que no se consumó de manera efectiva hasta bien entrado el siglo XX, los jueces dictaminaron que Standard Oil se tenía que fracturar en más de 30 empresas independientes.

 

Los últimos años de John D. Rockefeller

En 1911, John D. Rockefeller, con una salud deteriorada a sus 72 años, dejó la presidencia de la empresa y redujo su actividad laboral.

Retirado y dedicado más al mundo inmobiliario y a actividades filantrópicas, el magnate alargaría sus días hasta 1937, momento en el que fallecería en el estado de Florida. Durante sus últimos años, el empresario comenzó proyectos como el Rockefeller Center. Actualmente, este complejo de 19 edificios comerciales es uno de los centros de negocios más importantes del mundo.

Las aportaciones y donaciones del magnate fueron una constante en toda su vida, aunque fue en estos últimos años cuando se hicieron más altas y regulares. Las comunidades religiosas fueron su especial destinatario, aunque también hubo causas artísticas que recibieron importantes contribuciones del empresario.

En definitiva, la biografía de John D. Rockefeller es la de un hombre hecho a sí mismo que construyó uno de los mayores imperios empresariales de la historia. Este aún sigue en pie, siendo la familia Rockefeller una de las más ricas e influyentes del mundo.