Isabel de Farnesio

La biografía de Isabel de Farnesio nos muestra a una de las mujeres más increíbles del siglo XVIII. Esposa de Felipe V de España, su figura va mucho más allá de la de la una simple reina consorte. Y es que son muchas las curiosidades de Isabel de Farnesio y el influjo de su personalidad en la corte española de la época.

Su vida hasta llegar al trono español

Isabel de Farnesio nació en Parma en 1692, como hija de Odoardo Farnesio, duque de Parma, y de Dorotea Sofía de Norburgo. Pronto quedó huérfana de padre, y su madre, que volvió a casarse, fue la encargada de su educación, mostrando un semblante autoritario que marcó el devenir de la joven noble. Con todo Isabel recibió una educación cuidada, como correspondía a una joven que iba a tener desde sus comienzos aspiraciones a los tronos más importantes del momento. Eso sí: el de España no entraba en ninguna quiniela, ya que Felipe V estaba por entonces casado y contaba con descendencia legítima.

Sin embargo, todo cambió con la muerte de la reina de España. Al desaparecer María Luisa Gabriela de Saboya, el trono consorte de España quedó vacante y los consejeros de Felipe V no tardaron en convencer al rey de que esta era una oportunidad única para forjar una nueva alianza dinástica. Y el objetivo de esta unión tenía un claro terreno en mente: Italia. Felipe V había perdido muchas de las posesiones españolas con la firma del Tratado de Utrecht, algo a lo que el rey se resistía intentando por todos los medios volver a poner el pie en la península transalpina. Y el enlace con Isabel de Farnesio era ideal en este sentido.

La joven tenía no solo los derechos sobre Parma, sino también sobre otros territorios de la Toscana que podían volver a hacer que la Corona Española volviese a un terreno tan importante para ella en siglos anteriores. Por tanto, no costó mucho convencer al rey de la idoneidad de Isabel de Farnesio, aunque a la que había que convencer también era a la Princesa de los Ursinos. Esta fue mandada por la corona francesa cuando Felipe V se casó en primeras nupcias para controlar a la joven pareja y, realmente, fue la encargada de gobernar de forma efectiva.

Su deseo era que la nueva reina fuese una joven maleable, que le permitiese seguir ejerciendo su influencia. Algo de lo que la convenció Julio Alberoni, uno de los grandes valedores de Isabel de Farnesio. Con todo esto, la joven parmesana se casaría por poderes en 1714, convirtiéndose en la nueva reina de España.

Isabel en la corte española

Si la Princesa de los Ursinos había creído que iba a poder manejar a Isabel a su antojo, la esperanza le duró poco. En su primer encuentro, Farnesio mandó arrestar a la antigua consejera del rey por haberla insultado a su llegada. Felipe se puso de parte de su nueva esposa, con lo que la influencia de la francesa en la corte acabó súbitamente.

Pero el papel de Isabel no iba a consistir solamente en acabar con una de las grandes figuras que había mantenido la corte. No hubo que esperar mucho para comprobar que la nueva reina estaba interesada en tejer toda una red de confianza a su alrededor para ser quien verdaderamente llevara las riendas del gobierno. Si el reinado de Felipe V había estado dominado al principio por la influencia francesa, esta acabaría con la llegada de Isabel, y en poco tiempo los ministros, los consejeros y cualquiera que tuviera una cuota de poder destacable estaba bajo la dominación de la noble parmesana.

Esto se agravó con el declive de Felipe V, quien comenzó a separarse más y más de las funciones que todo rey debía asumir debido a sus problemas mentales. En público, Isabel de Farnesio daba la razón a su marido hasta en sus ocurrencias más descabelladas, por lo que mantenía a este apegado a ella. Pero, de espaldas a la corte, la que marcaba las líneas de gobierno era la joven.

Los hijos de Isabel de Farnesio

Cuando la joven se casó con Felipe V, este ya tenía tres hijos que eran los legítimos herederos a la corona. Pero Farnesio le dio al monarca otros siete descendientes, y su principal preocupación fue hacer que todos estos llegaran a ocupar algún trono. En muchos casos, los enlaces matrimoniales no solo no ayudaron a España sino que perjudicaron sus intereses, aunque no era esto realmente lo que preocupaba a Isabel. Aun con todo esto, su figura se vio relegada en cuanto a importancia cuando primero Felipe V abdicó en su hijo Luis y después Fernando VI, el otro hijo del monarca, asumió la corona.

Es más, durante el mandato de este último, Isabel fue mandada a vivir en Aranjuez para alejarla de la corte. Sin embargo, Fernando VI murió demasiado pronto y, de forma inesperada, el gobierno volvió a manos de Farnesio en forma de regencia, hasta que su hijo Carlos pudiese llegar a hacerse cargo de la corona Finalmente, Isabel se había salido con la suya y el trono español sería ocupado por uno de sus hijos. No obstante, ella no volvería a recuperar el protagonismo pasado. Llegado su hijo en 1759 para ser coronado como Carlos III, este mandaría de nuevo a Aranjuez a la antigua reina sabiendo perfectamente que si la mantenía en la corte sería imposible alejarla de los asuntos de gobierno.

Y así acabaría la vida de Isabel de Farnesio, seis años después. Apartada de la corte, la antigua reina se convertiría en una figura cada vez menos importante hasta que se produjo su muerte, el 11 de julio de 1766.

Si alguien se pregunta dónde está enterrada Isabel de Farnesio, esta ocupa un lugar en el Palacio de La Granja de San Ildefonso, como el resto de los reyes españoles de la época. En resumidas cuentas, la biografía de Isabel de Farnesio muestra la lucha de una mujer que no se conformó con su papel de regente, y que ejerció una importante cuota de poder en una época en la que algo así no resultaba nada fácil.