Hedy Lamarr

Hedy Lamarr es una de las mujeres más hermosas de la historia del cine. Esta actriz de Hollywood, hija de un banquero de origen ucraniano y de una pianista con raíces húngaras, tiene una biografía de película.

Además de artista, fue ingeniera de telecomunicaciones y la inventora del Wi-Fi. Consiguió escapar de un matrimonio infernal y fue la primera mujer que interpretó un orgasmo desnuda y mostrando el rostro. Casi nada.

Los inicios de Hedy Lamarr

Hedwig Eva Maria Kiesler nació en Austria en 1914. Ya en la infancia se mostró como una niña aficionada a la química y muy inteligente, por lo que se decidió a estudiar ingeniería. Sin embargo, pronto lo dejó para tomar clases de interpretación con Max Reinhardt.

Su infancia fue feliz en Viena, junto a su padre, al que siempre tomó como referente en su vida. Era, desde pequeña, muy inquieta. Consciente de que su papel científico o político en aquella época iba a ser mínimo por las desigualdades de género, optó por explotar su belleza en el cine.

Su carrera como actriz

Tras tomar la decisión de dedicarse a la interpretación, pronto obtuvo sus primeros papeles, tanto en la República Checa como en Alemania.

Sin embargo, la popularidad le llegó en 1932. ¡Y de qué modo! La película Éxtasis incluyó el primer desnudo integral de la historia cinematográfica. Además, fingía un orgasmo mostrando su cara, lo que derivó en un auténtico escándalo y serios problemas con la censura.

El revuelo y el daño a su reputación fueron tales que sus padres, también escandalizados, aceptaron casarla con un magnate mayor que ella. Fritz Mandl, empresario armamentístico vinculado a Hitler y Mussolini, se encaprichó al verla en el cine y pidió su mano. Era un celoso empedernido que la mostraba como trofeo y la encerraba en su casa. De hecho, incluso intentó (sin éxito) destruir todas las copias de la polémica película.

Hedy aprovechó ese periodo infame para volver a estudiar y aprender mucho de la industria armamentística. Unos años más tarde, con ayuda de su asistenta, quien también era su amante, escapó y viajó a Hollywood, donde conoció al entonces todopoderoso Louis B. Mayer. De su mano, empezó a trabajar para MGM y cambió su nombre por el de Hedy Lamarr.

Entre sus películas más conocidas, figuran las siguientes:

  • Algiers (1938), su debut en Hollywood.
  • Camarada X (1940).
  • No puedo vivir sin ti (1941).
  • La extraña mujer (1946).
  • Pasión que redime (1947).
  • Sansón y Dalila (1949).
  • Mi espía favorita (1951).

Compartió protagonismo con actores míticos, como Clark Gable, Spencer Tracy y James Stewart, Y, por cierto, rechazó el papel principal en dos clásicos legendarios: Casablanca Lo que el viento se llevó. Pese al éxito atesorado, sus intereses iban por otro lado: solo dedicaba al cine el tiempo imprescindible.

Mucho más que una cara bonita

Hedwig Eva Maria Kiesler fue muchísimo más que una de las mayores bellezas de la historia del cine. Se convirtió, sin duda, en un icono sexual de la época y en una actriz magnífica. Pero además de un físico precioso, tenía una mente privilegiada. Y, desde luego, le sacó partido.

Así, gracias a ella contamos en la actualidad con algunos de los grandes recursos tecnológicos de nuestro tiempo. En concreto, fue la inventora del wifi y sentó las bases para el Bluetooth y el GPS.

Comienza la Segunda Guerra Mundial

Este periodo bélico fue aprovechado por Lamarr para retomar su pasión por la ingeniería. Gracias al tiempo que pasó junto a su exmarido, conocía las prácticas gubernamentales nazis, a quienes detestaba.

Su ofrecimiento para incorporarse al National Inventors Council fue rechazado por las autoridades. La animaron a participar de otro modo: explotando su físico y su popularidad. Y, espoleada por ello, recaudó siete millones de dólares vendiendo bonos con un beso suyo como incentivo.

Pero ella no se conformó, quería aportar más. Y como sabía que el ámbito de las comunicaciones era crítico en una guerra móvil como aquella, se centró en ese campo. El uso del control remoto por radio resultaba entonces vital, pero también vulnerable, complicado e inseguro.

Un hallazgo decisivo

Su revolucionaria idea consistió en un sistema simple, aunque absolutamente eficaz. Se basaba en emitir la información en trozos pequeños fraccionados, cada uno de ellos en una frecuencia distinta y con un patrón aleatorio. Sin conocer el código de estos cambios de canales, era imposible interceptar e interpretar el mensaje.

Con la ayuda técnica de George Antheil, un compositor musical, se concretó su idea. Ambos desarrollaron un sistema que, por ejemplo, permitía detectar a los torpedos teledirigidos. Se apoyaron en un principio musical de frecuencia, similar al de las teclas de un piano. Esta teoría, conocida después como del espectro ensanchado, fue la precursora del wifi, el Bluetooth y el GPS.

El Gobierno estadounidense, tras la sorpresa y desconfianza iniciales, comprobó que la idea funcionaba, pero tardó demasiado en hacerlo. No fue hasta la crisis de los misiles en Cuba, en octubre de 1962, cuando decidió utilizar el sistema.

Por entonces, Hedy seguía actuando, aunque su decadencia artística ya había comenzado. Como el uso de su hallazgo se realizó en secreto, por motivos obvios, pocos fueron conscientes de su mérito.

El trágico desenlace

Como en las mejores producciones cinematográficas, el final de la vida de Lamarr fue también muy impactante. Al concluir la guerra, creó su propia compañía cinematográfica, si bien sus películas pasaron desapercibidas.

Recayó en la adicción a las pastillas, fracasó en media docena de matrimonios y tuvo problemas legales. Su glamur, y el favor del público, se diluyeron. El reconocimiento a su labor científica llegó demasiado tarde, cuando vivía aislada y sin entusiasmo alguno por el pasado.

Murió el 19 de enero de 2000 en Estados Unidos a la edad de 85 años. Su fecha de nacimiento es, actualmente, el Día del Inventor en Austria, Suiza y Alemania.

Tras conocer la biografía de Hedy Lamarr, podemos concluir que la belleza, el glamur y el arte pueden eclipsar a la inteligencia. Afortunadamente, muchos de los prejuicios que llevaron a ningunear a la inventora del wifi han quedado superados.