Cristobal Colón

La biografía de Cristóbal Colón resulta apasionante. Y no solo porque descubrió América para los europeos y, con ello, cambió el rumbo de la historia. También porque, curiosamente, lo hizo gracias a un error de cálculo que pudo haberle costado la vida y, sin embargo, lo catapultó a la fama.

Vamos a descubrir, juntos, cómo fue la vida de este navegante, cartógrafo y almirante que transformó el mundo para siempre.

 

Quién fue Cristóbal Colón: los inicios

El misterio y los interrogantes forman parte de la vida de este carismático personaje. Para empezar, no se sabe qué día nació Cristóbal Colón ni dónde lo hizo. Aunque podemos encontrar muchas referencias que lo consideran genovés, existen multitud de teorías alternativas que ubican sus inicios en Aragón, España, o en la vecina Portugal.

Probablemente fue en 1441 cuando vio la luz y está comprobado que murió el 20 de mayo de 1506, por lo que vivió unos 65 años. Era hijo de del tejedor de lana Domingo Colón y de Susana Fontanarossa. Tuvo cuatro hermanos: Bartolomé, Giacomo, Giovanni Pellegrino y Bianchinetta; con el primero de ellos, compartía su vocación por el mar.

Se sabe que, en su juventud, el posteriormente descubridor de América se dedicó a vender mapas y cartas de navegación. A los 15 años, no obstante, ejerció de marinero y, con poco más de 20 años, ya mandaba en un barco.

Recorrió las principales rutas comerciales mediterráneas entre 1470 y 1476; de hecho trabajó para las principales compañías genovesas. En 1474 fue contratado como marinero en un barco que lo llevó al mar Egeo, concretamente a la isla de Khios. De allí regresó con la riqueza suficiente para ser independiente.

Después se trasladó a Portugal. Y podemos afirmar que salvó su vida por muy poco el 13 de agosto de 1476, durante un combate naval acaecido en las inmediaciones del cabo de San Vicente. Tuvo que saltar al mar, aferrarse a un remo y nadar hasta la costa para evitar la muerte mientras su embarcación ardía.

Tras este percance, sabemos que se instaló en Lisboa como agente comercial al servicio de la casa Centurione. Su experiencia con los navegantes portugueses fue muy productiva. Aprendió a desenvolverse en el océano y dominó las rutas comerciales entre Madeira e Islandia. Más tarde, trabajó elaborando mapas y continuó formándose de manera autodidacta. Por ejemplo, aprendió las lenguas clásicas y, así, pudo leer los tratados geográficos clásicos. También contactó con grandes geógrafos de entonces, como Toscanelli.

 

El inicio de una idea única

Aristóteles y Ptolomeo ya habían defendido que la Tierra era redonda. Cristóbal Colón había leído sus ideas, lo cual fue determinante en cómo Cristóbal Colón llegó a América. Poco a poco, asumiendo este precepto, el genial explorador concluyó que sería posible alcanzar la costa oriental de Asia navegando hacia el oeste.

Sus cálculos lo habían llevado a considerar un perímetro terrestre bastante menor que el real. Así, consideró que Japón se encontraba a unos 3862 kilómetros de las islas Canarias. Muchos estudiosos aseguran, además, que algunas marineros portugueses podrían haberle hablado sobre la existencia de islas intermedias en las que podría hacer escalas transoceánicas. Quizás, incluso, le mencionaron la posible existencia de nuevas tierras explorables.

 

Sea o no sea esto cierto, sabemos que hacia 1480 Colón ya quería emprender este proyecto: abrir una nueva ruta comercial con Asia desde el oeste. Si lo conseguía, el beneficio económico para las partes implicadas sería fabuloso.

 

El respaldo a la aventura

Dado que su domicilio y su trayectoria profesional habían estado principalmente vinculados a Portugal, Cristóbal Colón acudió al entonces rey del país, Juan II, para ofrecer su proyecto. El monarca lo analizó con un comité de expertos y terminó desechando la idea. Previamente, había establecido la condición de partir desde Madeira y no desde Canarias, lo que tampoco gustó al navegante.

Así que, convencido de su idea, perseveró. Acudió entonces a los Reyes Católicos de España y convenció a Isabel la Católica, que acababa de finalizar la Reconquista española con la conquista de Granada.

 

 

A través de las Capitulaciones de Santa Fe, Colón obtuvo diferentes privilegios por asumir la empresa. Tras reunirse la financiación precisa, y en colaboración con Martín Alonso Pinzón, se preparó una flota con tres embarcaciones. Fueron las famosas Pinta, Niña y Santa María, así como una tripulación total de 90 hombres.

 

 

El 3 de agosto de 1492, partió del puerto onubense de Palos rumbo a las Américas. Aunque él no lo sabía.

 

El final de sus viajes

El 12 de octubre de 1492, cuando la desesperación ya había hecho mella en la mayoría de sus hombres, Colón llegó a San Salvador (Bahamas). También arribaron a Cuba y Santo Domingo (llamada entonces La Española). En ella establecieron un enclave español con los restos de la Santa María, que había naufragado.

 

 

Regresó a España en 1493, convencido de haber llegado a Asia. Sin embargo, pese a su desconocimiento, Colón había descubierto para los europeos el continente americano. Posteriormente realizó tres viajes más, en uno de los cuales sufrió la sublevación de los colonos de La Española. Estos lo destituyeron y devolvieron a España como prisionero. Finalmente, en 1502 realizó el último viaje, una vez juzgado y rehabilitado.

 

 

Tras él, un buen número de comerciantes, exploradores, aventureros, soldados y misioneros de la península ibérica siguieron sus pasos. España y Portugal, y más tarde los ingleses, rivalizaron por aprovechar al máximo el descubrimiento de aquel Nuevo Mundo.

En realidad, los historiadores aseguran que Colón y los suyos no fueron los primeros europeos en alcanzar aquellas tierras. Los vikingos, alrededor de 500 años antes, llegaron hasta América del Norte bajo el liderazgo de Leif Ericson. Pero no dejaron establecimientos permanentes ni difundieron su hallazgo.

En consecuencia, Colón es el nombre propio que, merecidamente, asociamos al descubrimiento de América. Murió en Valladolid en mayo de 1506, aquejado por una artritis reactiva o síndrome de Reiter.

Sus restos, curiosamente, han sido tan viajeros como él. Enterrado inicialmente en Valladolid, fueron trasladados al mausoleo familiar en Sevilla y, después, en 1542, a Santo Domingo. Cuando La Española fue cedida a Francia, sus huesos fueron enviados a La Habana. Cien años después, en 1898, volvieron a Sevilla.

Con esta biografía de Cristóbal Colón, hemos descubierto quién fue realmente. Sin duda, una figura extraordinaria.