Un final espeluznante espera a quienes lean «El libro de los nombres»

Un final espeluznante espera a quienes lean «El libro de los nombres»

Un final espeluznante espera a quienes lean «El libro de los nombres»

El creepypasta de hoy ha sido difundido por las redes sociales, pero sus orígenes se remontan a hace más de un siglo, a un día fatídico en el que un antiguo volumen fue donado a una biblioteca de Archangel, Virginia – un enorme tomo cuya historia está misteriosamente ligada a la de la propia ciudad.

Se desconoce el autor original del libro, y aunque las letras borrosas D.A. aparecen estampadas en la cubierta de cuero grueso, nunca se ha confirmado si se trata de las iniciales del escritor. Su título también es todo un misterio, y no aparece ni en la portada ni en las páginas secas y desmenuzadas del libro… aunque a lo largo de las décadas, el libro ha adquirido el título no oficial de EL LIBRO DE LOS NOMBRES.

Un hombre llamado Alex Ward no sabía casi nada acerca del libro cuando lo descubrió en la Biblioteca de Arcángel, y redactó sus descubrimientos en su único artículo que ha publicado en la Wiki de Creepypasta.

Impulsado por la curiosidad, Ward describe cómo cogió una silla y hojeó el libro, fijándose en las letras D.A. en la primera página impresa, seguido por una serie de breves estrofas a modo de advertencia:

  • Usted que no conoce el poder de las palabras secretas, no debe seguir leyendo.
  • Si no conocen el significado de los Nombres, no sigan leyendo.
  • Si no entienden el significado de estas Palabras, no sigan leyendo.
  • Usted que es consciente del poder de las Palabras Secretas, el significado de los Nombres y el significado de las Palabras que se leen de esta manera, puede seguir leyendo pero tomando una precaución inconmensurable.
  • No abusen de las Palabras Secretas.
  • D.A.

Ward cuenta cómo sintió «una enorme sensación de aprensión» al leer este primer fragmento, pero su irremediable curiosidad le impulsó a pasar la página y seguir leyendo.

A continuación, el libro contenía símbolos y figuras extrañas, con leyendas y otros textos en un idioma que Ward no reconocía. Aunque los dibujos le parecieron sorprendentemente cautivadores -y algo inquietantes-, lo que encontró en la página siguiente no tenía nada que ver con lo anterior.

Había una lista de localizaciones específicas escritas en inglés, cada una de las cuales empezaba por el país, luego la región, el estado o la provincia, seguida por el condado, el distrito o la parroquia, y por último la ciudad, la localidad o el pueblo. Lo que seguía en la página siguiente era una continuación de esa lista… al igual que la página siguiente… y la siguiente.

Al cansarse de tanta información detallada, Ward empezó a hojear las páginas con más rapidez, y pronto descubrió que estaba leyendo un índice exhaustivo de lo que podría haber sido cada ciudad, pueblo y aldea del mundo entero.

Su curiosidad le llevó a buscar la ciudad en la que se encontraba en ese instante: Archangel, Virginia. Encontró el nombre, que no parecía diferente de los demás… pero fue entonces cuando se dio cuenta de que había una serie de números situados hacia la derecha de la página, que correspondían a cada ubicación. El número que aparecía en la entrada de Archangel era el 3968. Y se trataba de un número de página.

Al pasar a la página 3968, el hombre encontró una lista alfabética de los nombres y apellidos de personas. Esa lista seguía en cientos de páginas… luego mil… luego dos mil.

Al final, llegó a la última página de nombres… y en la página justo después se leía el título LAS PALABRAS DEL RITO.

Acompañada con más símbolos arcanos, la siguiente página contenía una lista de palabras sin sentido aparente… pero esta vez, estaban escritas en el alfabeto inglés.

Leyó la primera frase en voz alta: NO SAJ NHOJ DA ED.

A pesar de estar leyendo muy bajo, el sonido de las palabras resonaba en su cabeza y le producía una cierta sensación de temor. La siguiente frase, SE MAJ XE LA ENOG, le inquietó aún más.

Aun así, se empeñó en averiguar qué relación tenían los nombres de la lista con esos extraños conjuros posteriores.

Por puro impulso, Ward buscó su propio nombre y lo encontró. Se planteó leerlo en voz alta, pero se sintió un extraño escalofrío en la nuca que le hizo cambiar de opinión. En vez de hacer eso, buscó otro nombre… alguien que conocía del pueblo: el bibliotecario, Johannes Steinberg, que estaba en la biblioteca ese día. Encontró el nombre en nada: Steinberg, Johannes Rudolf Albert.

A continuación, antes de pensárselo dos veces, pronunció la última agrupación de palabras del rito que había leído antes: SE MAJ XE LA ENOG.

Apenas había pronunciado las palabras cuando oyó un grito de una mujer en el vestíbulo principal del edificio, seguido de un ruido de pasos y ruidos de angustia y asombro de otras personas.

Al levantarse para ver qué ocurría, Ward vio que se estaba formando una masa de gente cerca de la recepción de la biblioteca. Oyó que un hombre preguntaba qué había pasado, y la voz de una mujer respondió:

«Sr. Steinberg», exclamó la mujer desde la pequeña multitud. «Está… está… está muerto».

Antes de volver a mirar el Libro de los Nombres colocado sobre el escritorio, Ward supo que había hecho algo terrible.

Ward terminó su entrada con una confesión triste y conmovedora acerca de su crimen accidental… en la que admitía lo que tenía que hacer a continuación: tenía que volver a buscar su propio nombre, Andrew Charlton Ward, en el libro, y recitar las palabras del rito:

SE MAJ XE LA ENOG.

«Había quitado la vida a un hombre», escribió Ward. «Yo no era capaz de seguir viviendo». No se sabe si lo llevó a cabo, pero la entrada acaba repitiendo el prólogo del libro:

Usted que no conoce el poder de las palabras secretas, no debe seguir leyendo.

Si no conocen el significado de los Nombres, no sigan leyendo.

Si no entienden el significado de estas Palabras, no sigan leyendo…