¿REAL O FAKE? ALGO LE PASA A LA MUÑECA…

¿REAL O FAKE? ALGO LE PASA A LA MUÑECA…

¿REAL O FAKE? ALGO LE PASA A LA MUÑECA…

El creepypasta del día de hoy, que ha sufrido numerosas modificaciones interesantes e inquietantes a lo largo de los últimos años -sobre todo en el foro paranormal de 4chan y en varios foros relacionados con los creepypasta- surgió de la manera más normal del mundo: un regalo de cumpleaños insólito que le hizo un hombre a su mujer.

Pero esa muñeca no era nada normal.

El autor anónimo de la que procede esta historia escribió en tono de orgullo lo encantada que estaba su mujer con el regalo. La artesanía delicada, los detalles realistas, el vestido cosido a mano, el pelo suave y los cuidados rasgos faciales de la muñeca parecían cautivarla.

Sobre todo sus ojos… sus brillantes ojos azules.

Durante varios días, su mujer era incapaz de estar cinco minutos sin pararse para coger la muñeca y examinarla. Parecía casi hipnotizada por su belleza. Incluso guardaba la muñeca en su mesilla de noche.

Pero algo cambió a lo largo de las semanas siguientes.

Sus sentimientos hacia la muñeca empezaron a cambiar poco a poco. Ya no se deleitaba con su presencia, pasaba menos tiempo mirándola y la trasladó de su mesilla de noche a una estantería muy alta en el salón. Fue entonces cuando él marido empezó a notar un cambio definitivo en el estado de ánimo general de su mujer.

El matrimonio no podía tener hijos, y tampoco lograron adoptar tras varios intentos… por lo que el marido estaba preocupado por el estado de ánimo de ella, sobre todo en lo que se refiere a la muñeca.

Al principio, intentó convencerla de que le explicara qué pasaba, pero ella decía que no pasaba nada. Pero él insistió, cada vez más preocupado por lo que la inquietaba y por si la muñeca tenía algo que ver.

Al final, la mujer se derrumbó entre sollozos y le dijo la verdad: empezaba a sentir como si la muñeca la estuviera vigilando… y estaba convencida de haber visto moverse sus ojos.

Él quiso tranquilizarla y convencerla de que era imposible… pero, para cerciorarse, bajó la muñeca de la estantería para examinarla con detalle.

La revisó, buscando algo fuera de lo normal, pero parecía estar igual que cuando la metió en la caja de regalo. Miró fijamente a sus ojos azules y brillantes, pero le devolvieron una mirada vacía… solo unos orbes de cristal.

Volvió a colocarlo en la estantería y empezó a girarse cuando un pequeño movimiento le llamó la atención. ¡Los ojos!

Se frotó los ojos para despejar la vista.  «Ha sido un efecto de la luz», pensó. Pero algo dentro de él le incitó a coger la muñeca de la estantería de nuevo y mirarla más de cerca.

Miró fijamente a aquellos ojos enormes… y esta vez comprobó que se movían.

Pero los ojos no se movían en realidad, sino que había algo detrás de ellos. Era algo detrás de ellos.

Se inclinó para ver más de cerca… y en ese momento uno de los ojos se cayó. En el agujero, había una docena de gusanos

Espantado, el hombre soltó la muñeca y retrocedió tambaleándose, sacudiendo las pequeñas criaturas de su piel y retorciéndose del asco. Puede que incluso gritara de sorpresa, pero no se acuerda.

Al final, se recompuso y cogió a la muñeca, sujetándola con trapos para no tocar las criaturas que se retorcían dentro de la cabeza. La limpió y miró en el interior de la cabeza.

Había cientos de gusanos retorciéndose dentro.

Al oírle soltar a la muñeca y tambalearse, su mujer le llamó desde la habitación contigua para preguntarle si todo estaba bien. Calmándose de inmediato, contestó con un tono de voz normal, diciéndole que todo estaba bien.

Convencido por fin de que ella no iba a entrar en el salón para descubrir lo que acababa de ver, el hombre metió la muñeca en una bolsa de basura y se deshizo de ella a escondidas en una de las basuras que había fuera de la casa.

Su inquietud se fue disipando, seguida por un sentimiento de gran decepción.

«La próxima vez será diferente», pensó. Lo mantendré vivo al principio. Así durará más.

Y de inmediato empezó a pensar en Katie, la hija pequeña de sus vecinos. Se acordó de lo mucho que le gustaban a su mujer los rizos rubios de la niña.

¿Y Katie tenía también los ojos azules, verdad? se preguntó…