LOS ENMASCARADOS, ¿REAL O FAKE?

LOS ENMASCARADOS, ¿REAL O FAKE?

LOS ENMASCARADOS, ¿REAL O FAKE?

La inmensa vida salvaje de Florida no es lugar para los excursionistas inexpertos, sobre todo si tienes intención de pasar la noche por allí. Pero incluso los aventureros más experimentados tienen sus propias historias de terror para compartir… como es el caso del autor anónimo que publicó un post en Creepypasta Wiki sobre su experiencia en el Parque Estatal de Highlands Hammock, cerca de Sebring, Florida, donde estaba de acampada con su mejor amigo.

Aunque no estaban demasiado lejos de otros campistas en la zona, todo parecía muy tranquilo y alejado de las luces y los ruidos de la ciudad, puntuado de vez en cuando por algún sonido de los insectos nocturnos y los crujidos de los mapaches, las zarigüeyas y otros carroñeros. Es bien sabido que los jabalíes abundan en la zona, pero suelen tener miedo de acercarse a los humanos.

Una conversación nocturna entre los amigos se alargó durante varias horas dentro de la tienda de campaña, y el tema principal se centraba en la música, sobre todo en el grupo Slipknot, y en cómo ellos mismos esperaban poder formar un grupo del mismo palo, ocultando sus identidades tras unas máscaras como las de los miembros de Slipknot.

Mientras su amigo abandonó la tienda para ir al baño, el autor oyó un ruido extraño procedente de la dirección opuesta, donde no había ninguna tienda cercana. Cuando el amigo regresó, el autor le preguntó si había visto u oído algo en esa zona… pero su amigo se limitó a contestar con una mirada perpleja y asustada.

A medida que los dos se quedaron exhaustos, su conversación se fue acabando y el bosque quedó en silencio, salvo por el sonido de los grillos y las ranas. Hasta que el autor empezó a oír ese ruido de nuevo.

Era un pequeño crujido, como si un animal estuviera fisgando… pero cuando el sonido se intensificó y se acercó, se dio cuenta de que procedía de más de un punto. Lo que había ahí fuera no estaba solo.

En ese momento, el autor y su amigo estaban completamente despiertos, y él intentó preguntar de nuevo lo que había visto el amigo cuando se aventuró fuera antes. Entonces, el amigo le contó que había visto un animal pequeño y muy extraño hurgando en otro campamento. Al principio había pensado que se trataba de un mapache… pero tras contemplarlo con detenimiento, se dio cuenta de que no se parecía a ningún animal que hubiera visto antes.

Su cara blanca y pálida, con ojos rojos brillantes, tenía un aspecto muy humano… o tal vez la pequeña criatura llevaba una máscara humana.

Su amigo no había acabado de contar su historia cuando el crujido se acercó aún más… y ahora ambos se dieron cuenta de que el sonido tenía cierto ritmo, una cadencia uniforme. Parecía como si unos pies pequeños estuvieran caminando al unísono.

Mientras escuchaban, vieron una silueta borrosa de una figura bajita, de no más de 60 centímetros de altura, cerca de la entrada de la tienda.

Parecía estar hurgando, olfateando e investigando la entrada de la tienda, tal vez tratando de averiguar cómo entrar. Al final, se marchó para reunirse con las ligeras pisadas de los demás que estaban cerca.

Los dos amigos no estaban seguros de si la costa estaba despejada, pero no podían permitirse el lujo de no averiguar a qué clase de criaturas se enfrentaban. Finalmente, el amigo del autor se armó de valor, inspiró con fuerza y bajó la cremallera de la tienda unos centímetros para echar un vistazo.

Cuando había visto todo lo necesario, volvió a cerrar la solapa y susurró lo que acababa de ver… pero no era posible. Convencido de que su amigo le estaba gastando una broma, o de que su miedo le hacía delirar, el autor le apartó para poder echar un vistazo por sí mismo.

Lo que vio se trataba de un grupo de diminutas figuras humanoides en fila india. Sus cuerpos estaban cubiertos de un espeso y enmarañado pelaje negro, o de tiras de pieles de animales… pero sus caras eran pálidas y parecían máscaras, con ojos rojos, tal y como su amigo había contado antes. También tenían unas manos delgadas con cinco dedos… pero no cómo las de un humano sino más bien como las patas de un mapache.

Los dos no volvieron a ver a estas extrañas criaturas de nuevo, y pasaron la mayor parte de la noche en silencio, paralizados por el miedo. Acordaron no hablar de ello con los demás excursionistas a la mañana siguiente, porque sabían que nadie les creería.

Incluso al final de su post, el autor confiesa que hasta el día de hoy le siguen atormentando pesadillas sobre lo que experimentó en aquellos bosques.

«No sé qué es peor», asegura, «o lo que hay dentro de mi cabeza… o lo que había fuera de nuestra tienda de campaña».