LA CIENCIA DETRÁS DEL CINE DE TERROR

LA CIENCIA DETRÁS DEL CINE DE TERROR

LA CIENCIA DETRÁS DEL CINE DE TERROR

Hay quien disfruta del subidón que produce ver una película de terror mientras que otros odian el hecho de que los cineastas puedan llegar hasta nuestra conciencia, creando tensión para luego provocar esa sensación de terror con un susto inesperado o una escena espeluznante que parece incrustarse de forma permanente en nuestro cerebro.

Los mejores directores de cine de terror saben cómo usar las imágenes y el sonido para llegar a una parte del cerebro que se rige exclusivamente por el instinto.

Cuando te preparas para ver una película de terror, sabes que no es real pero las mejores cintas consiguen tenerte en el borde de tu asiento durante 90 minutos, a veces hasta consiguiendo un grito o un jadeo.

Es un efecto muy potente.

«Por lo general, cuando vemos algo, hemos desconectado las regiones motrices del cerebro pero esos estímulos [de una escena impactante] son tan fuertes que superan esa inhibición del sistema de motricidad», afirma Michael Grabowski, catedrático de comunicación de la Universidad de Manhattan y editor del libro «La neurociencia y los medios de comunicación: Nuevos conocimientos y representaciones».

Saltamos o gritamos porque una película burla nuestro estado de tranquilidad y activa un instinto primario, que consiste en reaccionar de inmediato para protegernos y advertir a los demás, antes de darnos tiempo a procesar lo que nos ha asustado.

«Gritar es una manera de avisar a los demás miembros de tu grupo social y ahuyentar a los atacantes», explica Grabowski.

Estos momentos de miedo remplazan nuestro proceso de pensamiento racional, que sabe que lo que ocurre no es real».

LA NEUROCINEMÁTICA

Grabowski tiene experiencia en el cine, pero sus investigaciones ahora se centran en un campo emergente conocido como la «neurocinemática», que estudia la conexión entre la mente y la experiencia del cine.

Aunque los cineastas llevan más de un siglo siendo capaces de evocar respuestas emocionales en el público, sólo ahora la neurociencia moderna puede mostrarnos lo que ocurre en nuestro cerebro.

Y esto va más allá del cine de terror. Piensa en la última vez que sentiste una emoción mientras veías una película, ya sea que te reíste o que de repente sentiste que se te llenaban los ojos de lágrimas. A pesar de saber que lo que estás viendo no es real, sientes una emoción real.

Pero, como descubrió Uri Hasson, investigador y profesor de neurociencia y psicología en la Universidad de Princeton, al realizar el estudio que acuñó el término «neurocinemática», quienes presencian algo que les da miedo o produce suspense tienden a reaccionar del mismo modo.

Por el momento, ese descubrimiento nos ayuda sobre todo a entender cómo se manifiesta ese miedo en el cerebro. Pero algunos investigadores creen que el cine moderno, con una comprensión más actual de la neurociencia y la psicología, es mucho más eficaz que antes a la hora de explorar nuestras emociones.

Como escribió la profesora holandesa de estudios de los medios de comunicación Patricia Pisters en un ensayo para Aeon, «en las películas de suspense contemporáneas, el espectador sabe tan poco como los personajes, y se ve involucrado directamente en las emociones de los protagonistas». Como espectadores, experimentamos el mundo cada vez más «al revés» y tenemos acceso directo al drama de los mecanismos neuronales de la emoción. Nos subimos a una montaña rusa neuronal que termina llevándonos por el camino de la historia».

Cuando combinamos esto con tecnologías tan eficaces como la realidad virtual, que nos hace aún más difícil separar la realidad de la ficción, las posibilidades son fascinantes e incluso algo aterradoras.

Es como el sueño de Alfred Hitchcock mencionado en la biografía del cineasta escrita por Donald Spoto.

Se dice que Hitchcock le dijo al guionista Ernest Lehman. «Algún día ni siquiera tendremos que rodar una película: habrá electrodos implantados en el cerebro y sólo tendremos que presionar distintos botones para que los espectadores griten «oooh» y «aaah», y los asustaremos y los haremos reír. Será maravilloso, ¿no?».