EL REY DE LAS RATAS ¿REAL O FAKE?

EL REY DE LAS RATAS ¿REAL O FAKE?

EL REY DE LAS RATAS ¿REAL O FAKE?

El creepypasta que te traemos hoy empieza con un prólogo terrible sobre un fenómeno inusual, perturbador y presuntamente real conocido como El Rey de las Ratas, un término obsoleto que se refiere a un nido de ratas vivas cuyas colas se enredan tanto entre ellas que las ratas son incapaces de liberarse y acaban muriendo a causa de sed y hambre o, incluso, devorándose unas a otras.

Un supuesto ejemplar auténtico de El Rey de las Ratas se encuentra expuesto en el museo alemán de Altenburg, después de ser descubierto dentro de una chimenea hace más de dos siglos. La grotesca y momificada figura está formada por 32 cadáveres de ratas con sus colas anudadas. Según el folclore alemán, descubrir un nido así se considera un mal presagio que suele conllevar horribles consecuencias.

Esto nos lleva a un caso parecido, esta vez en octubre de 1997, contado por una mujer llamada Ashley Gross, una hostelera que se vio envuelta en un desagradable conflicto con una plaga.

Ashley empezó a darse cuenta de que algo no iba bien cuando encontró excrementos de rata en su cuarto de baño… pero fue incapaz de averiguar por dónde entraban los roedores. Menos de una semana después, empezó a ver indicios de que los animales habían entrado en la cocina, entre ellos marcas de zarpas y dientes en los armarios y los bordes de un trapo de cocina hechos jirones.

Pero lo más extraño que habían hecho los intrusos era empujar un tenedor desde la encimera de la cocina. Y más extraño aún, las púas del tenedor estaban torcidas en varias direcciones.

Al encontrar estor, Ashley compró varias trampas de muelle muy resistentes en su ferretería local, las preparó con cebo y las colocó en todos los puntos en los que había visto señales de intrusión. Aunque se sentía incómoda matando a los animales, se tranquilizaba pensando que se morirían al instante.

Pasaron semanas, pero por extraño que pareciera, ninguna de las trampas llegó a saltar… hasta que un día, en torno a un mes después de que comenzara el problema, la mujer se despertó y encontró el cadáver de una sola rata en una trampa que había colocado por debajo del fregadero de la cocina.

Pero lo más extraño no era eso… sino que algo había arrancado la carne de los huesos de la rata muerta durante la noche.

Pero la cosa se puso aún peor ya que el 4 de diciembre, Ashley encontró al Rey de las Ratas.

Entre una estantería y la pared de su habitación encontró una red desecada de trece cadáveres de ratas, cuyas colas estaban entrelazadas con tanta fuerza que parecían haberse convertido en una criatura única. Al igual que la rata que había atrapado antes, la mayoría de estos roedores carecían de carne. Sólo quedaban parcialmente intactos sus esqueletos y sus colas enredadas.

Tras deshacerse de los cadáveres lo antes posible, Ashley volvió al trabajo, que estaba siendo más complicado durante la temporada de vacaciones, y que la mantenía fuera de casa durante largos periodos de tiempo.

El 22 de diciembre, tras trabajar 15 días seguidos con turnos de 12 horas, Ashley llegó a casa agotada, se desplomó en la cama alrededor de la medianoche y se quedó dormida al instante.

Unas horas más tarde, su sueño se vio interrumpido por un fuerte ruido de arañazos.

Se incorporó como un rayo, con el corazón latiendo a mil por hora, y trató de encontrar de donde provenía el sonido en la oscuridad. Intentó mirar al pasillo a través de la puerta del dormitorio, que estaba medio abierta, pero no vio nada. Ni sombras, ni movimientos.

Apenas había vuelto a tumbarse en la cama cuando volvió a oír los ruidos… pero esta vez eran más fuertes. Y más cerca.

Luchó contra el pánico mientras se armaba de valor para acercarse a la lámpara que había en la mesilla de noche. Tras coger aire, encendió la luz.

El sonido se detuvo. La habitación parecía estar en orden.

Ante el silencio, Ashley volvió a sentarse lentamente. Trató de ajustar sus ojos a la luz tenue de la habitación. No oyó más ruidos ni vio ningún movimiento.

Después de lo que le parecieron quince minutos o algo más, se atrevió a bajar las piernas al suelo, donde tenía sus zapatillas de casa.

Estaba a punto de mirar hacia abajo cuando notó que algo grande, peludo y húmedo le rozaba por los tobillos.

Ashley jadeó por instinto, y su cuerpo retrocedió ante esa sensación horrible, doblándose en forma de bola en el centro de la cama.

Observó espantada cómo una rata del tamaño de un perro pequeño se escabullía por el dormitorio y se dirigía hacia la puerta parcialmente abierta, con su cola serpenteante chasqueando contra el marco mientras huía.

Entonces, un sonido muy distinto sonó en el oscuro pasillo. Un pequeño sonido metálico.

Como si se tratara del sonido de un tenedor cayendo al suelo…