5 CINTAS DE TERROR GENIALES PARA CELEBRAR EL MES DEL GATO

5 CINTAS DE TERROR GENIALES PARA CELEBRAR EL MES DEL GATO

5 CINTAS DE TERROR GENIALES PARA CELEBRAR EL MES DEL GATO

Son peludos, son adorables, invaden nuestra vida y toman el control absoluto de ella y nosotros somos sus obedientes esclavos. Por supuesto, estamos hablando de la mascota más fabulosa de la casa, el gato.

Este animal ha convivido con el ser humano desde hace casi tanto tiempo como los perros, y ha desempeñado funciones igual de importantes. Desde hacernos compañía hasta combatir las plagas, han sido una adición excepcional a nuestras vidas, y el Mes del Gato celebra todo lo que han hecho, y nos enseña lo que debemos hacer para asegurarnos de tener a nuestros gatos felices.

Y, como amantes del cine de terror, tenemos que agradecer a un sinfín de gatos que nos hayan quitado el sueño a lo largo de los años tras sus apariciones en cintas de terror. Así que, para celebrar el mes del gato, lo que sigue es una selección de películas que han demostrado que los ratones no son los únicos animales que los gatos saben controlar.

TABITHA – THE SHADOW OF THE CAT (1961)

Tras ser testigo del asesinato de su dueña, la gata Tabitha se dedica a vengarse. Convertida en gatita asesina, nuestra felina justiciera persigue a los tres criminales culpables del asesinato. A pesar de la falta de tensión, esta película temprana de Hammer logra intrigar a su público. No tiene tanta fuerza como se espera de una cinta de la Hammer de esta época, pero es una digna inclusión en su catálogo, que demuestra que nunca se debe abusar de los gatos.

 

LIGEIA – LA TUMBA DE LIGEIA (1964)

Tras la muerte de Ligeia (Elizabeh Shepherd) su marido Verden Fell (Vincent Price) la entierra en una abadía, a pesar de la oposición de un sacerdote. Años después, en una cacería del zorro, la pelirroja Rowena (Shepherd) conoce a Verden e inmediatamente se siente atraída por él, sin detenerse a pensar en su extraña e inquietante conducta. Aunque el ritmo de esta película resulta algo pausado, el desenlace dramático merece la pena, ya que vemos al gatito luchando contra el hombre y el fuego. Es una cinta siniestra, amenazante y misteriosa.

 

GATOS FURIOSOS – LA GATA EN LA TERRAZA (1969)

¡Wylie sufre de un caso severo de ailurofobia, es decir, un miedo irracional a cualquier gato, y resulta que tiene que enfrentarse a un montón de ellos, si quiere robar la mansión de su excéntrica pero rica tía!

Esta película es lenta, rebuscada y tampoco hay mucha tensión, pero es divertida y los gatos se muestran furiosos a lo largo de la película, algo que contribuye a la sensación de amenaza. Sin embargo, todavía nos preguntamos por qué Wylie y su compañera Kassia se quedan en el mismo sitio, en lugar de salir corriendo de allí.

 

EL GATO NEGRO – LOS OJOS DEL DIABLO (1990)

Los cineastas Dario Argento y George Romero adaptaron dos de las obras de ficción de Edgar Allan Poe, y aunque uno de esos relatos es otra versión de «El gato negro», esta adaptación fue modificada de manera radical.

Aquí, las cosas se vuelven mucho más inquietantes. Rod Usher mata a su novia y se la esconde en la pared, pero un desagradable giro le pone en un aprieto. Estructurado con un guión y un reparto extraordinarios, este oscuro relato es muy gráfico y escalofriante por partes iguales.

 

GATOS PROTECTORES – DÉJAME ENTRAR (2008)

DÉJAME ENTRAR es una hermosa, pero también salvaje, película de terror. Las sensaciones de tensión y su violencia gráfica se ven contrarrestadas por las tranquilas y serenas escenas de nieve y los momentos más delicados entre los dos personajes principales. Sin embargo, es la escena del «Ataque de los Gatos» la que sobresale, por estar algo fuera de lugar y por resultar casi ridícula. Tras ser mordida por un vampiro, la pobre Virginia descubre que se ha vuelto increíblemente sensible a la luz del sol y posee una sed de sangre muy intensa. Cuando visita a un amigo, los gatos de él se vuelven locos y la atacan, haciéndola caer por las escaleras en las garras de un gatito enloquecido. La escena se detiene en un instante, pero es suficiente para que nos hagamos una idea. ¡A los gatos no les gustan los vampiros!