Viktor Frankl

Superviviente del holocausto al que asistió en primera fila en cuatro campos de concentración y padre de la logoterapia. Este es Viktor Frankl, una de las grandes personalidades del siglo XX. El psicólogo austriaco muestra una historia compleja y llena de matices que hay que ver de cerca para comprender.

Quién fue Victor Frankl

Hay un Viktor Frankl antes de la experiencia de los campos de concentración y otro después. Sin embargo, hay que empezar por la infancia y la adolescencia del que terminaría siendo uno de los grandes psicólogos del siglo XX.

Frankl nació en una familia judía de Viena en 1905 con una posición económica bastante cómoda. Su padre ocupó varios puestos en el parlamento del país hasta llegar a convertirse en ministro de Asuntos Sociales, por lo que se trataba de una familia muy conocida en toda Austria.

En este ambiente se crió Viktor durante buena parte de su adolescencia. También se relacionó con asociaciones socialistas y fue interesándose, de forma cada vez más clara, por la psicología.

Así, en los años 30 del siglo XX, el joven se licenció en medicina con una especialidad en psiquiatría y psicología. Estas son las ramas en las que más destacó y en las que su legado hoy sigue siendo objeto de interés.

Una vez que salió de la universidad, Viktor Frankl no tardó en comenzar a trabajar como psicólogo privado. Sin embargo, su momento profesional decisivo fue el que le llevó entre 1940 y 1942 a liderar el departamento de neurología del Hospital Rothschild. Esta era la única institución de Viena que por entonces admitía a pacientes judíos.

De esta forma, y también por sus orígenes y por su relación con grupos socialistas, Frankl no tardó en estar bajo el punto de mira de los nazis. Este hecho le traería unas consecuencias bastante graves.

Estancia en los campos de concentración

Cuando la II Guerra Mundial fue avanzando y la Solución Final tomó cuerpo en el holocausto del pueblo judío, Viktor Frankl y su familia no fueron ninguna excepción y no escaparon a las autoridades alemanas.

En septiembre de 1942, el psicólogo, su mujer embarazada de su futuro hijo y sus padres fueron deportados al campo de concentración en Praga.

Los siguientes tres años suponen un absoluto descenso a los infiernos para el joven de origen judío. Hasta 1945, Frankl pasó por cuatro campos de concentración, incluyendo Auschwitz o Dachau. Estos fueron los centros en los que el exterminio se produjo de forma más cruenta, por lo que sorprende que Frankl fuera de los pocos supervivientes.

Sin embargo, el resto de su familia no tuvo la misma suerte. Ni su mujer, ni sus padres, ni sus hermanos, ni muchos amigos y compañeros de trabajo volverían a sus vidas, una vez que los aliados derrotaron a los nazis, por haber sucumbido a los campos de concentración.

De la terrorífica experiencia que vivió en esta etapa nació una de sus obras más recordadas. Se trata de El hombre en busca de sentido, un libro que aún se sigue leyendo y que retrata una de las experiencias más duras de las que se vivieron en el siglo XX.

Lo que recoge este libro fueron las reflexiones fruto de su salida de los campos. En las tres semanas siguientes, que pasó en Múnich, Frankl se dedicó a buscar a sus familiares y amigos vivos. No quedaba nadie con vida, lo que le condujo a una sensación de tristeza y soledad que el libro recoge a la perfección.

La vuelta a Viena

Tras el cautiverio, las autoridades austriacas dan a Viktor Frankl un apartamento en el que vivirá el resto de su vida. En el ámbito laboral, se hará cargo del departamento de neurología de la Policlínica de Viena, posición que ocupará durante los siguientes 25 años.

Pero lo importante de estos años no son tanto los cargos como el desarrollo de una teoría psicológica propia. Frankl comienza a separarse de Freud por considerar que el psicoanálisis es un reduccionismo y empieza a admitir influencias existencialistas.

En su tratamiento, da cabida a aspectos existenciales del individuo para diagnosticar diferentes tipos de neurosis. Para ello, se centra en experiencias existenciales de toda índole, algo que otras corrientes psicológicas dejan de lado.

El reconocimiento definitivo de Frankl

Aunque no libre de críticas, la logoterapia de Frankl se convirtió en una de las grandes corrientes psicológicas de la segunda mitad del siglo XX. Esto hizo que la figura del superviviente del holocausto alcanzara una reputación internacional a la altura de pocos científicos.

Mantuvo un puesto docente en centros del prestigio de Harvard o la Universidad de Viena. Además, no abandonó nunca la práctica directa con los pacientes, algo que consideraba fundamental en su trabajo como investigador.

Todo esto le condujo a recibir nada menos que 29 doctorados honoris causa en diferentes universidades. Además, también fue reconocido con el premio Oskar Pfister de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.

El legado intelectual que dejó tras de sí viene representado en más de 30 libros. Como dijimos antes, el más importante ha sido El hombre en busca de sentido, una obra traducida a decenas de idiomas.

Conforme fueron pasando los años, Frankl se alejó cada vez más de la vida pública. Nunca abandonó el apartamento que recibió tras volver de los campos de concentración, por lo que este fue el espacio que le vio morir.

Esto se produjo en 1997 cuando alcanzaba la edad de 92 años. La muerte le llegó cuando su figura era tan admirada por su obra teórica como por ser una de las últimas voces que vivieron de cerca el holocausto.

Sin duda, la experiencia vital de Viktor Frankl no es la de un hombre común. Fue estudiante de una incipiente ciencia como la psiquiatría, capaz de sobrevivir a cuatro campos de concentración y contaba con una teoría propia, la logoterapia, que hoy es muy seguida. Con todo esto, no hay duda de que la biografía de Frankl es la de uno de los grandes hombres del siglo XX.