Sor Juana Inés de la Cruz

La biografía de Sor Juana Inés de la Cruz es la de una de las grandes escritoras de toda Latinoamérica y la de una pionera en la lucha de los derechos de la mujer. Aquí veremos de cerca quién fue Sor Juana Inés de la Cruz y cuál fue el legado que esta fascinante escritora dejó tras de sí y que aún pervive.

Infancia y entrada en el convento

Aunque los expertos tienen varias dudas acerca del año exacto del nacimiento de Juana Inés de Asbaje y Ramírez, se toma como acuerdo el de 1651 en la localidad mexicana de San Miguel de Nepantla. Esto es así dadas las pruebas que indican que esta tiene que ser la fecha exacta.

Con todo, lo importante es comprender que Juana Inés nació a mediados del siglo XVII en una pequeña localidad de México. Pronto cambiaría el ambiente de este pueblo por el de la capital del país azteca, que por entonces pertenecía aún al Imperio Español.

De ahí que las letras se desarrollaran bajo el influjo de la literatura española, algo que después veremos que es de vital importancia para la evolución de la obra de Juana Inés.

La joven dio muestras de un desmedido talento desde su más tierna infancia. A la edad de 3 años, la niña ya leía y escribía a la perfección, algo para nada habitual. Ni tan siquiera es común en nuestra época, en la que la educación está mucho más extendida que en los años en los que nació esta heroína de las letras.

Pero Juana Inés fue mucho más lejos y con la edad de 8 años redactó su primer escrito en forma de loa. Esto le sirvió para ser conocida y admirada dentro de los círculos más cultos de Ciudad de México por su precoz talento.

Tanto es así que su nombre comenzó a ser conocido entre las más altas esferas de la nobleza del momento, llegando a convertirse en dama de honor de la esposa del Virrey de México con tan solo 14 años de edad.

La corte de Nueva España, el nombre que tenía el territorio mexicano por aquel entonces, fue el escenario en el que Juana Inés desplegó un desmedido talento para las letras. Este sorprendía tanto por ser mujer como por su corta edad.

Pese a contar con el favor de varios nobles, especialmente de los marqueses de Mancera, Juana Inés pronto empezaría a comprender que la vida que le esperaba era la misma que al resto de las mujeres de la época: contraer matrimonio y quedar supeditada a los mandatos de su esposo sin poder desarrollar su pasión por las letras y por las ciencias.

Fue por ello que tomó la decisión de vestir los hábitos y entrar en el convento. Esto se produjo por primera vez en 1667, aunque tardaría solo 4 meses en abandonarlo debido a problemas de salud. Pese a ello, la idea no abandonó la mente de Juana Inés y dos años más tarde, en 1669, entraría de forma definitiva en un convento de la Orden de San Jerónimo.

Como apuntamos, el objetivo de tomar la vida religiosa era, según las palabras de la propia Juana Inés, vivir sola y disponer de todo su tiempo para poder dedicarlo a la literatura y a la ciencia de una forma independiente.

La obra de Sor Juana Inés de la Cruz y su legado

Convertida ya en hermana de la Orden de San Jerónimo, y recluida por lo tanto en el convento, la vida de Juana Inés comenzó a enfocarse en su pasión, habiéndose librado definitivamente de las presiones sociales para contraer matrimonio.

Pero no se debe imaginar que la celda de Juana Inés era un lugar de aislamiento sin contacto con el exterior. Al contrario, su habitación en el convento se convirtió en un lugar de reunión para grandes personalidades de la época. Y es que escritores e intelectuales como Carlos de Sigüenza y Góngora o el mismo virrey de Nueva España, Tomás Antonio de la Cerda, la visitaban frecuentemente.

De esta forma, Juana Inés de la Cruz creó a su alrededor un ambiente cultural en el que se daban cita las mayores personalidades de la Nueva España. Así, su popularidad no dejó de crecer pese a estar dentro del convento.

La literatura fue la principal ocupación de Sor Juana Inés de la Cruz. Con grandes influencias de Góngora y de Calderón de la Barca, muchos de sus escritos igualan en talento a los de estos dos, algo que ponía a la joven mexicana a la altura de las grandes estrellas de las letras españolas.

Pero la celda de Juana Inés también fue testigo de numerosos experimentos científicos y de reflexiones filosóficas de toda índole, y es que la joven no dejaba de lado ninguno de los aspectos de la cultura del momento.

Abandono de la literatura y muerte

No obstante, una polémica escrita con el obispo de Puebla, que escribió para atacar a la religiosa bajo el pseudónimo de Sor Filotea de la Cruz, tuvo gran impacto en la vida de Juana Inés.

Tras mantener por escrito su postura independiente y volcada al conocimiento, Sor Juana Inés decidió deshacerse de toda su biblioteca. No siendo ya un pretexto para vivir sin las presiones sociales del momento, eligió dedicarse por entero a la vida religiosa. Esto se produjo en torno a 1690 y dejó a Juana Inés sin ningún tipo de propiedad, ya que todo lo destinó a la caridad.

Su muerte llegaría en 1695. Por entonces, se había desatado una epidemia de cólera entre las hermanas del convento y Sor Juana Inés de la Cruz se volcó en el cuidado de estas hasta que le llegó la muerte en ese mismo año.

Para 1700, sus obras completas estaban publicadas en España en tres gruesos volúmenes. Ello no era para nada era común si hablamos de la escasa presencia de las mujeres en la literatura de la época, por lo que no es nada exagerado decir que la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz es la de toda una pionera.