Luis Felipe de Orleans

El último rey de Francia es una figura cargada de misterios y datos de lo más interesante. Todo ello está en la biografía de Luis Felipe de Orleans, un partidario de la Revolución francesa que terminó convertido en el último monarca de la historia del país galo. Vamos a ver a fondo qué hizo Luis Felipe de Orleans y cómo se desarrolló su vida.

Nacimiento y juventud

Luis Felipe vino al mundo en el París de 1773, un lugar en el que la tensión política se podía captar en cualquier lugar. Sin embargo, su infancia pasó dentro de lo que era la vida común de una familia emparentada con la realeza gala.

Eso sí, su padre, Luis Felipe II, duque de Orleans, tenía tendencias liberales que lo hacían partidario de la revolución que estaba por llegar. Estas ideas fueron las que el padre transmitió al hijo y las que dominarían la acción del joven durante bastante tiempo.

Criado por una serie de institutrices relacionadas con la corte, los primeros aspectos a destacar en la vida de Felipe Luis están relacionados con la revolución que se iniciaría en 1789.

Antes de que esta comenzara, nuestro protagonista no dudó en formar parte del club de los jacobinos. Estos, de clara tendencia liberal y partidarios de la revolución, tenían mucho en común con el que hasta entonces era duque de Orleans. Tanto es así que el sobrenombre de Felipe Igualdad era la forma más común de llamar al padre del futuro rey de Francia.

Como decimos, Luis Felipe vivió intensamente estos años formando parte activa del bando revolucionario. Esto lo llevó a formar parte de muchas de las batallas en las que el nuevo estado se iría forjando.

Las campañas contra las fuerzas austriacas que se desarrollaron entre los años 91 y 92 del siglo XVIII contaron con su participación. Sin embargo, desencantado con algunos aspectos del bando revolucionario, nuestro joven terminaría pasándose al bando de los austriacos en 1793.

A esta última decisión contribuyó también el paso por la guillotina a Luis XVI. Luis Felipe no estaba de acuerdo con ello e incluso intentó que su padre no participara en el juicio. Sin embargo, Felipe Igualdad lo hizo y votó a favor de la ejecución del monarca.

El exilio y los viajes

La deserción de Luis Felipe de Orleans abrió un nuevo periodo en su vida. El exilio, que comenzó en 1793, no acabaría hasta 1815 cuando el duque de Orleans volvería a Francia. Pero estos años no fueron para nada momentos de inactividad, ya que Luis era una figura reconocida en muchos países europeos.

Especialmente larga fue su estancia en Inglaterra. En este país, el joven haría amistad con personalidades como Eduardo de Kent y fue el sitio donde se mantuvo más tiempo fijo, ya que residió nada menos que 15 años.

Bélgica, Alemania, Finlandia o ciudades estadounidenses como Filadelfia, Nueva York o Boston fueron los lugares en los que el duque de Orleans viviría su largo y ajetreado exilio. También fue durante esta época cuando Luis Felipe se casó. Lo hizo con la hija del rey de Dos Sicilias, María Amelia de Borbón-Dos Sicilias.

Con ello, Luis Felipe no solo seguía ligado a las casas reales europeas, sino que se emparentaba con unos borbones a los que la revolución había prometido borrar de los gobiernos. Este matrimonio dio como frutos a nada menos que 10 hijos, algunos de los cuales llegaron a reinar en diferentes países.

Pero el exilio estaba a punto de terminar y Luis Felipe empezaba a vislumbrar el momento de volver a poner el pie en su antigua patria. El momento llegó en 1814, momento en el que cayó Napoleón Bonaparte y se logró la restauración borbónica en Francia.

De camino al trono

Al ver que la situación política había dado un considerable vuelco en Francia con la coronación de Luis XVIII, Luis Felipe decidió regresar a casa. El monarca lo recibió con agrado y le restituyó todas las posesiones que le correspondían a su familia y al ducado de Orleans.

Los siguientes años harían que Luis Felipe se convirtiera en un asiduo de la corte. Es más, tras la muerte de Luis XVIII, el duque fue de los testigos de la coronación de Carlos X en 1824. Este iba a ser el último rey de Francia con apellido Borbón.

En estos años, Luis Felipe volvió a mostrar su lado más liberal participando en la política de una forma activa. Tanto es así que se convirtió en uno de los grandes detractores del reinado de Carlos X. Este ascendió al trono con un anhelo absolutista que chocaba frontalmente con el parlamentarismo instaurado en Francia.

Así, las cosas no tardaron en ponerse feas para el último de los borbones. Tanto fue así que en 1830 el pueblo se levantó hostigado por fuerzas liberales y consiguió que Carlos X partiera al exilio y que el trono francés se declarara vacante.

Reinado y muerte

Los liberales tuvieron pocas dudas de quién era el que tenía que ocupar la corona francesa: Luis Felipe de Orleans. Coronado como Luis Felipe I, aunque sin ceremonia, el antiguo revolucionario acabó sentado en el trono.

El apoyo de la burguesía y de la banca fue fundamental. Su reinado fue tímido y falto de grandes propuestas, aunque mostró a un Luis Felipe más interesado en el poder de lo que muchos habían imaginado en un principio.

Así se mantuvo hasta que llegó la revolución de 1848 provocada por una larga crisis económica y alimentaria. Felipe Luis tuvo que volver a escapar a Inglaterra y abdicó en uno de sus nietos, aunque este nunca llegó a reinar.

La forma en cómo murió Luis Felipe de Orleans dice mucho del último rey coronado de Francia. Lo hizo en el exilio lejos de cualquier reconocimiento, algo que marcó el fin de la corona gala como institución. Con la figura que hemos analizado aquí se cierra la historia de los reyes de Francia, ya que el trono no volvió a entregarse a nadie y la república consiguió finalmente imponerse como sistema de gobierno.