Fernando de Aragón (AKA Fernando el Católico)

La biografía de Fernando de Aragón comienza el 10 de mayo de 1452. Sería el futuro rey de Aragón, de Sicilia y de Nápoles, así como el soberano de Castilla junto a su esposa Isabel I. Juntos constituyeron la alianza matrimonial que decidiría la historia de nuestro país, y que inició una etapa de unidad sin precedentes.

Infancia y adolescencia

Fernando II de Aragón y V de Castilla nace en Sos del Rey Católico, un municipio de Zaragoza (Aragón). La respuesta sobre quién fue el padre de Fernando de Aragón la encontramos en los documentos de la época. Fue el hijo de Juan II el Grande y su segunda mujer, Juana Enríquez, la hija del almirante de Castilla. Sus primeros años de vida transcurrieron en medio del conflicto bélico por el trono entre su padre y su hermanastro, el príncipe Carlos de Viana.

Tras la muerte de este, Fernando adquiere la condición de heredero de la Corona de Aragón. Bajo él recayó, además, el título de Lugarteniente General de Cataluña (1462), en un momento en el que estaba en pleno apogeo la guerra civil catalana (1462-1472). Por tanto, con apenas diez años ya conocía los entresijos de la política estatal. Con trece participó (como mero espectador) en la batalla de Calaf, donde fueron derrotados los rebeldes catalanes. Ya con dieciséis es nombrado rey de Sicilia (1468).

En ese mismo año tuvo su primer hijo con Luisa de Estrada: Alfonso de Aragón. Sin embargo, su padre se encontraba haciendo los arreglos pertinentes para propiciar su casamiento con la infanta Isabel de Castilla. Hermana de Enrique IV, y teniendo en cuenta el fallecimiento del primogénito Alfonso de Castilla, todo indicaba que sería la futura soberana de la región.

Afianzamiento como monarca

¿Con quién se casó Fernando de Aragón finalmente? En octubre de 1469 se oficializó su matrimonio con Isabel de Castilla. También conocida como la Católica, fue nombrada reina de Castilla tras la muerte de Enrique IV en 1474. Cinco años más tarde, Fernando hereda el trono de Aragón con el sobrenombre de Fernando II. La unión entre ambos monarcas supone un punto de inflexión en la historia de España, que pasa a ser gobernada casi por completo por el matrimonio. Aragón y Castilla compartían soberanos y política exterior, si bien cada territorio mantuvo sus propias leyes e instituciones.

A partir de entonces en España se vivió la etapa conocida como la de los Reyes Católicos. Entre las medidas más reseñables que tomaron en estos primeros años destacan:

  • La institucionalización de la figura del corregidor para el reordenamiento interno de los reinos (1480).
  • La creación de la Inquisición en Castilla (1481).
  • La reorganización de la hacienda real con la sanción a los nobles ahora considerados rebeldes.

En lo personal, durante su unión matrimonial los Reyes Católicos tuvieron cinco hijos: Isabel, Juan, Juana (futura esposa de Felipe de Austria que pasaría a la historia con el cuestionable apodo de Loca), María y Catalina. Todos ellos acabaron casándose con los herederos de las monarquías europeas por cuestiones estratégicas: controlando el resto de cortes se afianzaría el poder de la Corona fuera de nuestras fronteras.

Conquista y Reconquista

Alcanzada la paz en el terreno hispano, Fernando e Isabel la Católica se centraron en lo que se conoce como Reconquista. El fin era recuperar los territorios del reino nazarí de Granada; tras una guerra de más de diez años (1481-1492), tales tierras acabaron integrándose en la Corona de Castilla con la toma de Granada. Esta senda unificadora se continuó en el ámbito religioso con la expulsión de los judíos en 1492 y con la conversión obligatoria de los moriscos (1503). Ese mismo año, tras participar en la llamada Liga Santa contra Francia, España consiguió conquistar el reino de Nápoles. Esto no solo otorgó reconocimiento internacional a Fernando de Aragón; también el papa Alejandro IV le concedió el título de Rey Católico.

1492 fue, además, una fecha clave para el país por la llegada de Colón a América. Algunos historiadores señalan la existencia de criterios opuestos al respecto en el matrimonio real. Para Fernando se trataba de una empresa irrealizable y peligrosa; Isabel, en cambio, consideraba aceptable el riesgo en comparación con los beneficios que podía reportarles. El debate concluyó con la cesión del rey, quien firmó las Capitulaciones en Santa Fe (Granada). En ellas se explicitaron los acuerdos alcanzados con Cristóbal Colón de cara a su viaje a territorios hasta entonces desconocidos.

Últimos años

La muerte de Isabel la Católica en 1504 marcó un antes y un después en la biografía de Fernando el Católico. Hemos de considerar que el que tendría que haber sido el heredero de la Corona, el príncipe Juan, murió joven. La segunda en la línea de sucesión, Isabel (casada con el rey Manuel I de Portugal), seguiría a su hermano unos años después. Así las cosas, los derechos dinásticos habrían de recaer sobre su tercera hija, Juana, casada con Felipe de Borgoña. Desconfiando de su yerno, Fernando tomó una decisión para que Castilla y Aragón se mantuvieran a salvo.

Fernando toma sus segundas nupcias en 1505 con Germana de Foix, sobrina del rey de Francia. De este segundo matrimonio nació Juan, aunque el infante murió a las pocas horas. La repentina muerte de Felipe de Borgoña hizo que Fernando el Católico hiciera heredera al trono del reino de Aragón a su hija Juana.

Fernando muere el 23 de enero de 1516 en Madrigalejo (Cáceres). Sería su nieto, Carlos I de España y V de Alemania, quien heredaría los reinos por incapacidad de Juana.

Durante toda su vida, Fernando de Aragón demostró una enorme inteligencia política y una conducta noble. Con una plena educación humanista y formado en el arte de la diplomacia, la mayoría de los historiadores albergan la misma percepción sobre su figura. Fue un rey que supo imponerse al panorama político y religioso de su tiempo. Sacó partido de las políticas diplomáticas, los mecanismos monárquicos y lo amplio de su poder. Aunque la fama recaiga principalmente sobre su esposa Isabel, Fernando sería la mitad indispensable para iniciar un camino común en el territorio hispano.