Carlos I de Inglaterra, decapitado

Tras el complicado reinado de Jacobo I el delicado equilibrio político entre Parlamento y Corona característico de la Monarquía inglesa comenzó a verse seriamente comprometido. La disolución del Parlamento por su sucesor, el rey Carlos I, en 1629 fue un paso más hacia una crisis constitucional que marcaría para siempre la historia de Inglaterra. Durante la década siguiente la superioridad de la Corona parecía indiscutible, pero pronto los hechos darían un giro inesperado. El conflicto constitucional latente se agudizó por el descontento ante los excesivos gastos de la corte, pero fue el intento de la corona de imponer la unidad religiosa en el norte del país lo que motivaría su estallido. Inglaterra se vio inmersa en la dinámica de una guerra de religión que desembocó en dos guerras civiles y terminó engullendo a la corona. El 30 de enero de 1649, ante el escándalo de toda Europa, Carlos I fue decapitado proclamándose la única república que ha conocido hasta hoy Inglaterra.