Mahoma

La biografía de Mahoma se ha transmitido por los cronistas dedicados a los hadices, los textos que anotan las palabras y los hechos de la figura central del islam. Esta religión es la segunda con más seguidores, unos 1800 millones de musulmanes. En este artículo conoceremos más sobre la vida de uno de sus personajes históricos más importantes

Infancia y juventud

Mohamed Abu Kasem ben Abdala, más conocido como Mahoma, nació en La Meca en el seno de una familia humilde en el año 575. Si bien la mayoría de los datos de los que disponemos están envueltos en leyendas, se sabe que pertenecía a la tribu árabe de Quraysh. Esta tribu estaba afincada en la región del Hiyaz y era una de las más importantes al oeste de lo que hoy conocemos como Arabia Saudí.

Su infancia fue muy convulsa, pues a los 6 años quedó huérfano y lo adoptó primero su abuelo y después su tío Abu Tálib. Se cree que el fundador del islam era analfabeto y durante su juventud sus ocupaciones fueron las de pastor y mercader, lo que no fue un impedimento para crear una religión de difusión universal.

Los numerosos viajes de comercio que inició con su tío Abu le permitieron conocer las dos grandes religiones monoteístas de la época: cristianismo y judaísmo. Ambas convivían en pequeñas comunidades y esto influyó en el origen y expansión del islam.

Hacia los 25 años se casó con una rica y viuda mujer, Jadiya, con quien tuvo ses hijos (dos hombres y cuatro mujeres). Esto le proporcionó una posición social más acomodada, como comerciante respetado en la ciudad.

El camino hacia la profecía

Con 40 años, Mahoma se retiraba al desierto y pasaba días enteros en una cueva situada en el monte Hira. Y en una de esas excursiones a las afueras de La Meca, en las que dedicaba su tiempo a meditar, recibió la revelación de Alá.

El arcángel Gabriel se le apareció y le comunicó el secreto de la fe verdadera: Alá era el único Dios y él, su mensajero. De igual manera, le trasladó hasta 6232 versos sagrados que tenía la obligación de difundir para salvar a los seres humanos del infierno. Y esos versos se convirtieron en el Corán.

Así, Mahoma tomó la decisión de predicar esta nueva fe en su ciudad natal, arropado por su familia y animado por su esposa. Se presentaba como continuador de los profetas monoteístas (como Jesús de Nazaret) y predicaba la vuelta a la religión de Abraham.

Entre las masas urbanas más empobrecidas consiguió sus primeros adeptos y se ganó la enemistad de ciertas tribus locales. Esto se produjo porque el discurso monoteísta que difundía suponía una clara amenaza para los intereses de las familias adineradas.

Al obtener un gran número de seguidores, las autoridades lo vieron como un riesgo para el orden establecido. Por tanto, comenzaron las persecuciones mientras se le acusaba de impostor.

Algunos de sus simpatizantes se refugiaron en lo que hoy es Etiopía, en el reino cristiano de Akxum, más conocido como Abisinia. Sin embargo, las amenazas y persecuciones que sufría Mahoma lo llevaron a emigrar a Medina tras la muerte de su tío y su mujer.

Esta fecha de huida, el 16 de julio del año 622, es lo que se llama la Hégira y marca el inicio de la era islámica. Aquí es donde comienza la batalla por la expansión del islam, que culmina el 11 de enero del 630. En ese momento, y bajo el liderazgo de Mahoma, se produce la conquista de La Meca.

El liderazgo de Mahoma en Medina

Según la biografía de Mahoma, durante su estancia en Medina entró en contacto con la comunidad judía. Sin embargo, fue rechazado por no interpretar correctamente las Escrituras. Aquí se dio cuenta de que su predicación no lo llevaba a la religión de Abraham, sino a una nueva fe. Pero esta no fue la única transformación, pues es lo que propició el cambio de orientación durante la oración. Ya no se haría más hacia Jerusalén, sino hacia La Meca.

El fundador del islam combinó la persuasión con la fuerza y se rodeó de numerosos seguidores que realizaban ataques sorpresa (razias) contra la población. Algunos de ellos son muy populares y han pasado a la historia oficial con el nombre de batallas, como las de Badr o Uhud.

Dichas escaramuzas difundieron entre los musulmanes la llamada guerra santa. Es decir, una forma de someter y convertir a los que consideran infieles mediante el uso de la fuerza.

Así, Mahoma en Medina no solo tuvo un liderazgo religioso, sino que se convirtió también en un caudillo político y militar. Los mahometanos conquistaron en el año 630 la ciudad de La Meca no solo con la presión militar o política. El profeta realizó hasta 12 enlaces matrimoniales muy interesados, incluso con nueve mujeres al mismo tiempo.

Muerte y legado

El único libro sagrado de los musulmanes es el Corán, y en él se incluyen frases que se cree que están inspiradas en Alá. Todas ellas se recogieron en vida del profeta y se recopilaron en torno al año 650.

Mahoma murió en Medina a los 62 años, el 8 de junio de 632, después de una breve enfermedad. Sin embargo, en sus dos últimos años de vida extendió el islam al resto de Arabia, consiguiendo unificar a las diferentes tribus paganas que allí vivían. Además, poco antes de su muerte realizó una peregrinación de Medina a La Meca. Esto se ha convertido en un rito que todo musulmán debe hacer, al menos, una vez en su vida.

En La Meca es donde se encuentra el santuario de la Kaaba, el más sagrado de esta religión. Consiste en una estructura cúbica envuelta en una tela negra y bordada en oro en el corazón de la Gran Mezquita. Hacia ella oran los musulmanes de todo el planeta cinco veces al día.

La biografía de Mahoma nos indica que, pese a su origen en una zona marginal y a su procedencia modesta, consiguió unir a las tribus árabes y embarcarse en una expansión sin precedentes. A pesar de ello, al morir sin un heredero varón, se desataron disputas para sucederlo. Así surgió el primer califa, Abu Bakr, suegro del profeta.