Juana la Loca – Juana I de Castilla

Juana la Loca es una de las reinas de España más conocidas y, al mismo tiempo, más enigmáticas. Vivió una existencia complicada, plagada de decepciones y dificultades, hasta morir por amor.

Una profecía tarotista gitana pronunciada el día de su nacimiento resume su existencia: «La recién nacida será reina, pero no reinará. Será madre de reyes y de reinas, pero morirá en soledad». Las siguientes líneas van a centrarse en la vida de esta singular figura de la historia de España.

La triste e injusta vida de Juana la Loca

Juana fue la tercera de los hijos de Isabel I de Castilla y Fernando de Aragón, los Reyes Católicos. No estaba previsto que reinara, sin embargo, la muerte de sus hermanos Juan e Isabel y de su sobrino Miguel de la Paz la convirtieron en heredera del trono. Heredó un vasto reino de gran importancia estratégica y real:

  • Aragón.
  • Castilla.
  • Cerdeña.
  • Mallorca.
  • Nápoles.
  • Navarra.
  • Sicilia.
  • Valencia.

Asimismo, se convirtió en condesa de Barcelona y duquesa consorte de Borgoña.

La madre del emperador Carlos

En la práctica, el auténtico rey fue su hijo Carlos, a la postre I de España y V de Alemania. Mantuvieron una relación convulsa y complicada. Así, llegó a pedir que fuera torturada por la Inquisición si se negaba a recibir los sacramentos.

Curiosamente, la hija de los Reyes Católicos siempre rechazó los compromisos y las creencias religiosas. Desde los seis años se negó a rezar, estudiar el catecismo, confesarse y a practicar los demás hábitos católicos. Su madre, que comulgaba a diario, llegó a pensar que era un asunto del diablo.

Sin embargo, entre los personajes históricos españoles, Juana I destaca por el amor, las emociones y la rebeldía, antes que por la política. Fue la reina que prefirió el amor al poder en un tiempo en el que este, junto a la riqueza y el linaje, lo eran todo.

¿Una enferma mental?

Los historiadores se dividen al explicar por qué esta reina emblemática pasó casi medio siglo confinada en el palacio de Tordesillas.

Muchos aseguran que fue víctima de una conspiración impulsada por sus propios familiares. Otros, que era una enferma mental que necesitaba ese aislamiento. Oficialmente, este fue el motivo que la llevó al cautiverio.

Sin embargo, existen apuntes y referencias históricas sobre su cordura. Por ejemplo, el embajador de España en Flandes aseguró que nunca se había visto una persona de tanta cordura a tan corta edad. Hablamos de 1501, aproximadamente.

Solo tres años después, cuando la reina Isabel redactó su último testamento y la nombró su heredera, las dudas sobre su estado psíquico ya existían. De hecho, incluyó una cláusula en la que el rey Fernando asumiría las labores de gobernación si su hija no quería o podía ejercerlas.

Las sospechas invitan a pensar que, posiblemente, estos desequilibrios fueron exagerados después para inhabilitarla. Su padre y su marido, Fernando y Felipe, respectivamente, fueron los grandes beneficiados de ello.

Con todo, a causa o, como consecuencia de lo sucedido, la conducta de Juana la Loca resultó, a menudo, extremadamente errática. Se piensa que pudo heredar la enfermedad de su abuela materna, Isabel de Portugal. Desde luego, fue una mujer imprevisible, arrebatada por una pulsión amorosa desaforada y obsesiva por su esposo, Felipe el Hermoso.

Así, en vida de Isabel I, permaneció a la intemperie descalza y desabrigada hasta las dos de la madrugada, esperando que esta la recibiera. Era una de las noches más frías del año. ¿Su propósito? Forzar a su madre para que la dejara reunirse en Flandes con su marido. No tuvo problemas en perder la dignidad ni arriesgar su salud física con ello.

Antepuso el amor al poder

Si algo define y caracteriza especialmente a Juana I es su amor por su esposo, Felipe el Hermoso. Pese a ese calificativo no está tan claro si realmente lo era; lo que resulta incuestionable es que su mujer lo veía así.

En puridad, la desdicha que se cebó con ella estuvo relacionada por esta pasión amorosa. La política matrimonial desarrollada por sus padres y otros gobernantes europeos le asignó como esposo a Felipe, entonces duque de Borgoña. El objetivo era reforzar el poder frente a Francia.

El flechazo surgió en cuanto se conocieron. Sus sentimientos fueron tan intensos que tuvieron que casarlos con celeridad, debido a la profusión e indiscreción de sus fogosos encuentros carnales.

Juntos tuvieron seis hijos, pero el desaforado amor de la reina no fue justamente correspondido por su amado. Sus desatenciones y encuentros clandestinos e indisimulados con todo tipo de mujeres fueron continuos.

En septiembre de 1506, cuando solo tenía veintiocho años, Felipe murió después de haber disputado un partido de pelota. Bebió, al terminar, una jarra de agua helada y falleció. La causa oficial fue neumonía, pero también se plantea la tesis de que pudo haber sido envenenado.

Su esposa, que estaba embarazada del sexto hijo de ambos, quedó devastada y perturbada. Antes de trasladar el cuerpo presente de su esposo hasta Granada, obligó a la Corte a contemplar su cadáver mientras se descomponía.

En plena caravana funeraria, interminable y dramática, dio a luz a su hija Catalina en otro episodio fantasmagórico.

Un solitario final

Apenas tres años después, Fernando el Católico decidió recluirla como prisionera en el castillo de Tordesillas. Tras la muerte del rey de Aragón, en 1516, Carlos se convirtió en rey, pero tampoco perdonó a su madre. Ella continuó confinada entre esos fríos e inhóspitos muros.

Fue encerrada allí con solo treinta años, con la única compañía de su hija Catalina hasta 1525. Cuando su hija fue casada con Juan III de Portugal, quedó completamente sola. La ignorante brutalidad de sus guardianes y la crueldad de sus familiares la condenaron a una existencia horrible. Con mínimas opciones de higiene y sin velas, padeció una oscuridad absoluta.

Como se negó a confesarse y comulgar, el clero participó de esta barbarie y la acusó de estar endemoniada. Falleció en 1555, en Viernes Santo, con 76 años de edad.

En definitiva, un halo de misterio rodea la vida de Juana la Loca, una de las reinas de España más fascinantes. Enferma mental o no, renunció a todo por amor y sufrió un trato vejatorio e injusto durante gran parte de su vida. Nunca sabremos con exactitud quién fue esta enigmática mujer.