Catalina Parr

La mujer que sobrevivió a Enrique VIII

Catalina Parr fue la última de las 6 mujeres de Enrique VIII. Nació en 1512 en Westmorland en Inglaterra, era de origen noble, de una familia con antepasados tan importantes como el rey Eduardo III. Su madre fue la dama de compañía de la reina Catalina de Aragón y proporcionó una educación humanista para su hija. Un poco antes de cumplir los 30 años, Catalina ya había tenido dos matrimonios y en ambos casos había quedado viuda. Su primer matrimonio fue con solo 17 años, con Lord Eduard Borough, que murió muy joven. El año siguiente se casó nuevamente con John Neville.

Ella siguió los pasos de su madre y se convirtió en dama de compañía de la reina María, hija de Rey Enrique VIII y Catalina de Aragón. Enrique VIII la conoció cuando estaba en una relación con Thomas Seymour, el hermano de la tercera mujer del rey Tudor. En ese momento el rey Enrique VIII se encaprichó en tener una relación con ella y le propuso matrimonio. En principio ella rechazó sus intentos de acercarse, pero finalmente cedió y así se convirtió en la última mujer de Enrique VIII y en reina de Inglaterra e Irlanda.

La más afortunada de las 6 mujeres de Enrique VIII

Enrique VIII convirtió en costumbre el hecho de desposarse y, una vez en matrimonio, hacía desaparecer el vínculo matrimonial acusando a su esposa de serle infiel, lo que se consideraba un crimen y alta traición del monarca y las castigaba decapitándolas o  simplemente divorciándose de ella para poder casarse con la siguiente. Catalina Parr evitó el destino de las 5 mujeres anteriores y en enero de 1547 se convirtió en reina viuda tras su muerte.

Tuvo un papel decisivo en el futuro del reino

Tan solo un año después de la boda, ella asumió la regencia durante la campaña francesa del rey.  Como regente, Catalina tomó las riendas del poder y trabajaba con los consejeros para supervisar los asuntos de Estado. Su papel de poder también dio a las dos hijas de Enrique un ejemplo y la oportunidad de ver el reino a cargo de una mujer.

Enrique tuvo una relación distante y complicada con sus hijas y las apartó de la línea de sucesión. Catalina entabló buenas relaciones con todos los hijos de Enrique y finalmente arregló las relaciones familiares convenciendo a Enrique que restablezca la línea de sucesión para que cada uno de sus hijos vuelva a tener su turno en el trono.

Asimismo, Catalina Parr se convirtió en la primera mujer en publicar una obra en inglés firmada con su propio nombre en 1545. También, por su amor por el aprendizaje, insistió en intervenir y modelar la educación de sus hijastros. Tuvo una relación muy especial con su hijastra Isabel y la motivó para desarrollar sus conocimientos, especialmente de los idiomas.

Después de la muerte de Enrique VIII en 1547, Catalina perdió su mandato como regente, pero preservó una relación muy cercana con sus hijastros. Poco después, se casó con su antiguo amante Thomas Seymour. Y tan solo un año después, dio a luz a su hija con Seymour y murió por las consecuencias del parto.

A parte de sobrevivir al rey Enrique, Catalina dejó como legado el impacto que tuvo sobre su familia. Gracias a ella, Isabel, la hijastra más querida de Catalina, se convirtió en reina en 1558.