Las mejores películas islandesas contemporáneas

La unión fílmica entre Dinamarca e Islandia, hasta hace un lustro, parecía indisoluble. La segunda tiene una relación de dependencia con la primera de base, ya que la mayoría de sus creadores e intérpretes se han formado en el Danish Film Institute, radicado en Copenhague. También, la precariedad económica en el sector, obliga a directores islandeses a buscar financiación más allá de la isla, lo que activa las conexiones primigenias. Es por ello normal encontrar en cada ficha técnica de una película islandesa la etiqueta de coproducción con empresas danesas. En cierta medida, poco puede importar este dato, mientras se haga cine en Islandia, pero sí marca el carácter de una generación de realizadores que han dado forma a una ola que ha cambiado las tendencias en el circuito de festivales.

Dagur Kári, Rúnar Rúnarsson, Grimur Hákonarson, Baltazar Kormákur, Ísold Uggadóttir, Hafsteinn Gunnar Sigurðsson, Hlynur Palmason, Guðmundur Arnar Guðmundsson o Benedikt Erlingsson –no nos olvidamos de la magnífica Sólveig Anspach, fallecida en 2015—, representan esa camada de cineastas que ha puesto en el mapa cinematográfico a una nación que hasta entonces había presentado una filmografía bastante exigua; con Friðrik Þór Friðriksson como principal (y único) exponente. En 2016, filmes como Rams, el valle de los carneros (Premio Un Certain Regard de Cannes y Golden Eye de Zúrich) y Sparrows (Concha de Oro del Festival de San Sebastián) lograron algo más que buenas críticas; también premios relevantes. Tras esa primera gran ola, llegaron réplicas que han ido definiendo la identidad de un cine con mucho aún que ofrecer, y que va más allá de los topics sobre incomunicación y desmitificación social.

A continuación, les presentamos nuestras películas preferidas del cine islandés contemporáneo.

Noi, el albino (2003)

De entre todos los directores islandeses, tenemos debilidad por dos de ellos. El primero es Dagur Kári, al que conocimos en Karlovy Vary. Es la timidez hecha persona pero en pantalla su cine desborda humanidad y honestidad. Kári además es el realizador con mayor proyección internacional de su generación. Algo ha tenido que ver su formación en Francia, a diferencia de sus coetáneos. Noi, el albino fue su debut en solitario en la dirección de largos. Una película de culto que pasó con éxito por diversos festivales.

Un corazón gigante (2015)

Es la gran película de Kári, también la última. Ganó en el Festival de Tribeca y consiguió una buena taquilla en España gracias a la labor de su distribuidora, Surtsey Films. La cinta narra la vida de Fúsi, un orondo trabajador del aeropuerto de Reikiavik. Su vida es sencilla: evita cualquier contacto con la gente, sobrevive como puede a las burlas de sus compañeros de trabajo, no ha conocido a una mujer y tiene como gran aspiración poder salir del país y viajar. Gunnar Jónsson consiguió la Espiga de Plata al mejor actor en la Seminci.

Rams, el valle de los carneros (2015)

Pasamos a Grimur Hákonarson, con cuya segunda película logró un recorrido impresionante: ganó en Cannes (Una cierta mirada), en la Seminci y fue nominada a mejor película en los Premios del Cine Europeo. El filme narra la rivalidad entre dos hermanos que trabajan en el mismo sector: el bovino. Todo deberá cambiar cuando un virus afecte a sus animales. Rams, el valle de los carneros es una cinta que bien pudiera haber sido gestada en pandemia.

Sparrows (2015)

Y si antes apuntábamos que había dos realizadores de esta nación nórdica que nos apasionaban, Rúnar Rúnarsson es el segundo. Paradigma del citado cine islandés, formado en el DFI y apoyándose en la financiación foránea para sacar adelante sus proyectos. Su carrera como cortometrajista es impresionante –con nominación al Oscar en el formato. Su primer largo, Volcano (2011), compitió en Una Cierta Mirada de Cannes. Con su segundo, Sparrows, obtuvo la Concha de Oro del Festival de San Sebastián. Un coming-of-age a la islandesa que readapta su mejor pieza, Two Birds (2008).

El antepenúltimo mohicano

Twitter: @eamcinema | Park City, Utah.

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