Las esenciales de Tilda Swinton

Tilda Swinton (Londres, 1960) es una de las grandes actrices de la actualidad. Lo es gracias a su versatilidad y a su capacidad para ser creíble en cualquier tipo de papel. Aunque en un primer vistazo a su filmografía destaquen roles extravagantes, extremos incluso, su trayectoria está repleta de diferentes registros. Desde una etapa de clasicismo a otra de experimentación, las claves de la carrera de Swinton se encuentran en las elecciones de proyectos. A medida que iba madurando, se unía a producciones arriesgadas pero que le permitían a esta actriz la posibilidad de expresarse.

El resultado eran caracterizaciones mayúsculas, que elevaban cualquier tipo de obra. Un buen ejemplo es el cortometraje de Pedro Almodóvar La voz humana, donde despliega esa mirada llena de matices y humanidad. Porque, pese a ese porte pétreo, Tilda Swinton exuda humanidad en casi todos sus papeles, incluso en los de villana –véase Snowpiercer. 1986 fue importante en su vida, ya que fue el comienzo de una dilatada trayectoria que tuvo cuatro producciones como punto de partida. Dos televisivas, un largometraje –Caravaggio de Derek Jarman— y, sobre todo, un corto con Joanna Hogg, Caprice. La figura de Hogg resultará fundamental, ya que no solo le abrió las puertas de la industria, en determinadas etapas vitales ambas se apoyarán en sus respectivos proyectos, viviendo en la actualidad una colaboración fructífera, con tres películas en apenas dos años. La última, The Last Daughter, se presentó en la competición de la última edición de la Mostra de Venecia.

A continuación, y a través de tres de sus últimos filmes, establecemos los preceptos de la gran Tilda Swinton.

Actriz sin límites: Memoria (2021)

Memoria, de Apichatpong Weerasethakul, es una de las grandes películas estrenadas este año. Toda una experiencia sensorial donde el sonido adquiere un nuevo significado narrativo, y que narra la historia de una mujer que visita a su hermana moribunda en la profundidad colombiana. Un trabajo que ejerce de paradigma para la tipología de interpretación de Swinton: puro riesgo, pura salida de la zona de confort. Una labor mimética e hipnótica, como la propia película del cineasta tailandés.

Fuera de norma: The Eternal Daughter (2022)

Como adelantábamos líneas atrás, Joanna Hogg y Tilda Swinton son algo más que colaboradoras; el cómo comprenden ambas la ficción surge de la retroalimentación entre ambas. The Eternal Daughter es su última unión. La tercera en apenas dos años tras el díptico The Souvenir, donde la cineasta británica contaba además para el rol principal con la hija de Swinton, Honor Swinton Byrne. The Eternal Daughter une a una mujer y su anciana madre en un antiguo caserón familiar que se convirtió en un hotel semiabandonado con el pasar de los años con el objetivo de una reconciliación que parece complicada. Si con Memoria Swinton demuestra salirse de la corriente, con The Eternal Daughter la actriz insufla nuevos aires a un papel muy manido en la historia del cine.

Una voz imponente: Last and First Men (2020)

Siempre ha llamado la atención el físico andrógino de Swinton, lo que le ha valido para encarnar papeles marginales. Sin embargo, poco se habla de su voz, imponente, capaz de hacernos temblar, de conmovernos con un par de entonaciones. En ese sentido, la única película del tristemente fallecido Jóhann Jóhannsson –afamado compositor— cuenta con su narración. Un ejercicio de ciencia-ficción estática que adquiere unas connotaciones celestiales con el timbre de Swinton.

El antepenúltimo mohicano

Twitter: @eamcinema | Park City, Utah.

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