Las esenciales de Roger Deakins

Probablemente, sea el gran director de fotografía del momento. Lo es a sus 72 años. Tras una dilatada carrera en la que compartió set de rodaje con los mejores directores estadounidenses y británicos; pero también compartió tiempo con algunas de las mejores generaciones pretéritas de fotógrafos, camarógrafos y operadores de cámara. En un siglo, el XXI, de marcado acento digital, donde la posproducción tecnológica se impone sobremanera, Deakins apuesta por el clasicismo para lograr unas texturas y cromáticas que podríamos considerar como la vanguardia en imagen.

Logró su primer Oscar –de los dos que figuran en su palmarés— a la decimocuarta nominación. La primera candidatura marcó su trayectoria. Puso su rúbrica en la estética de la que hasta hace no mucho se consideraba mejor película de todos los tiempos, al menos a nivel popular –según las puntuaciones del portal IMDb—, Cadena perpetua (1994). Cuesta encontrar una mejor captura cinematográfica que la de Andy Dufresne (Tim Robbins) saliendo de ese pozo y celebrando, bajo la lluvia, que el tiempo volvía a ser suyo tras dejar atrás la prisión. Su debut en la ficción, tras una primera etapa de documentales en formato corto, llegó con la cinta de serie B Cruel Passion (1977). A partir de ahí, prestó servicios en pequeños formatos y sobre todo a la música, con trabajos para videoclips musicales. Fueron los Coen, con Barton Fink (1991), los que lo pusieron en el mapa.

Tres décadas después es considerado uno de los DOP más grandes de todos los tiempos. Y estas son, para esta cabecera, sus mejores aportaciones.

El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, 2007

Este magnífico western de Andrew Dominik, protagonizado por Brad Pitt y el por entonces desconocido Casey Affleck, abría una corriente revisionista de uno de los géneros fundacionales del séptimo arte. El resultado es una elegía marcada por el esteticismo dominado por los claroscuros de una fotografía minimalista, que saca partido a los parajes naturales donde se desarrolla la acción. Para el recuerdo queda esa maravillosa escena que deriva en un asalto a un tren. Pocos DOP capturan la noche como lo logra Deakins.

Skyfall, 2012

Algo que también se puede atestiguar en la parte final de la que es, probablemente, mejor película de James Bond de la historia. Cierto es que con Sam Mendes las desventuras del agente 007 consiguieron una gravedad hasta entonces inédita. Deakins aporta una fotografía altamente contrastada, al cual, en el momento que emergen la noche, la nieve y el fuego, cobra un significado colosal. Nunca Bond tuvo una imagen así.

Sicario, 2015

De nuevo, la nocturnidad eleva este trabajo en el que la tensión narrativa es clave. A nuestro gusto, junto a Incendies, es la mejor película de Denis Villeneuve. Tanto la escena inicial como la entrada de los cuerpos de élite en Ciudad Juárez son parte ya de la historia del género. Es todo un prodigio la labor de Deakins, tanto en interiores como en exteriores.

Blade Runner 2049, 2017

La secuela de uno de los mitos de la ci-fi es una película portentosa, a la que, creemos, el tiempo le otorgará la gloria que merece. Deakins sabe atrapar la esencia de la cinta de Ridley Scott, dominada por brumas y neones, pero también logra imprimir esa aura melancólica e inédita que predomina en el metraje. A recordar, la llegada de K al terreno de un viejo conocido, en el que el color naranja se apodera de la puesta en cuadro.

El antepenúltimo mohicano

@eamcinema | Park City, Utah.

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