Las esenciales de Louis de Funès

Los anglosajones tenían a Peter Sellers y los francófonos a Louis de Funès. Con lógica, son dos intérpretes incomparables pero que compartieron época y, sobre todo, rompieron los moldes imperantes a la hora de hacer humor. La mueca, la imitación y el disfraz fueron los santo y seña para este histrión (1914-1983) de padres españoles que tuvo que remar, y mucho, hasta convertirse en una de las estrellas del cine del viejo continente.

De orígenes humildes, tuvo que recurrir a todo tipo de trabajos, especialmente como pianista en locales de mala muerte, para sobrevivir mientras luchaba por hacerse un hueco en una industria, la francesa, en pleno auge artístico. Mientras llegaba ese momento, perfeccionaba las actitudes que le dieron la fama. Su más lograda, ratificada por él mismo, era conseguir imitar la voz del pato Donald. Jean Stelli, por mediación del también actor Daniel Gélin, fue el primer director que apostó por De Funés, dándole un pequeño papel en La tentación de Barbizón (1946). No fue un rol que provocara demasiados comentarios, pero al menos le permitió seguir trabajando en el sector, ofreciendo sus cualidades para el cine, el teatro y la comedia.

Fue en Ni vu, ni connu (1957) cuando consiguió hacerse con la crítica y el público. A partir de ahí, se erigió en el rostro cómico por excelencia del cine francés. Una suerte de Chaplin que conquistaba por su bondad y su gesto amable. Verlo en pantalla era sinónimo de sonrisas. Un intérprete que le otorgó otra dimensión al slapstick y que siempre es un placer de revisitar en sus múltiples clásicos.

A continuación, les presentamos sus mejores filmes.

El hombre del Cadillac (1965)

Road movie desternillante protagonizada por un De Funés que ya era una superestrella en Francia y cuyos filmes funcionaban muy bien en países como Italia o España. Esta propuesta dirigida por Gérard Oury narra las vicisitudes de un hombre que acaba de sufrir un accidente en el que su coche ha quedado inutilizado. El responsable del siniestro promete compensarle dejándole un automóvil que le permita finalizar su viaje. Sin embargo, dicho vehículo tiene trampa: hay en su interior un cargamento de heroína y el héroe de la función ejercerá de mula sin su conocimiento.

La gran juerga (1966)

De nuevo dirigida por Oury, esta parodia sobre la invasión alemana en Francia es probablemente la película más reconocible del actor francés. Un filme que narra a dos bandas las peripecias de un piloto británico que ha sufrido un accidente en la campiña local y, por otro lado, a un par de parisinos que, casi sin querer, se convierten en los baluartes de la resistencia capitalina ante los nazis. Junto a De Funés, en el reparto figuran algunos de los rostros más representativos de la comedia francesa: Bourvil, Terry-Thomas y Claudio Brook.

Oscar: una maleta, dos maletas, tres maletas (1967)

Edouard Molinaro dirige este vodevil que tuvo una gran aceptación en nuestro país. Porque, todo sea dicho, el cine de comedia sencilla y buenas intenciones que representaba De Funés encajaba a la perfección en la España reprimida política y culturalmente de la posguerra. Esta comedia de líos auspiciada por Gaumont es otro manual del cine del expresivo intérprete. Con un relato de diferentes arcos que se desarrolla en un caserón de una familia pudiente.

El antepenúltimo mohicano

Twitter: @eamcinema | Park City, Utah.

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