Las esenciales de Frank Capra

¿Con qué director actual podríamos equiparar a Frank Capra? No resulta sencillo, y más cuando parece que todo el mundo ya se ha despertado del sueño americano con la sensación de que no era lo que prometía en su fase R.E.M. Quizá, y solo quizá, Robert Zemeckis, ha sabido, y sigue sabiendo, captar esa magia impregnada de clasicismo en sus imágenes no carente de valores éticos. El cine de Capra esconde un mensaje humanista; también un motivo por el que resistir.

Su obra fue clave tras la Gran Depresión, también lo fue durante y después de la II Guerra Mundial. Llegó a la edad de oro de Hollywood siendo algo más que un puntal para los grandes estudios; sino también como una estrella en sí misma. Ver una película de Capra ya era de por sí un acontecimiento; poco importaba qué actores o actrices intervinieran, ni en qué género estuviera encuadrada. Y así lo recordamos, y así lo disfrutamos, como un cineasta más allá del tiempo, cuya obra, en su amplia mayoría, está compuesta por clásicos que no pararemos de revisitar. Así, con lógica solo por lo que representa, ¡Qué bello es vivir! (1946) es su largometraje más reconocible. Un filme que es La Navidad propiamente dicha. Y un buen punto de encuentro entre los veteranos cinéfilos y los aspirantes a serlo.

Es por ello, que hemos decidido sacarla de esta ecuación en la que elegimos los mejores trabajos de este gigante:

Sucedió una noche, 1934

Una de las grandes screwball de la historia. No podríamos esperar otra cosa de un filme protagonizado por Claudette Colbert y Clark Gable –¿se ha dicho alguna vez que este actor es la representación fidedigna de lo que es el carisma? Esta historia de amor inesperado es uno de los grandes clásicos populares de los años 30. Narra cómo una joven y rica heredera huye de una boda pactada y conoce en el autobús en el que viaja a un idealista reportero que busca resarcirse en un comienzo de carrera bastante gris. La película consiguió cinco Oscars; entre ellos el de mejor película, mejor dirección, mejor actriz y mejor actor. Menudo repóquer.

El secreto de vivir, 1936

Cómo nos gusta ver a Gary Cooper alejado del Western o las aventuras, los géneros que le encumbraron. En este filme da vida a un joven que debe ir a Nueva York para hacerse cargo de una copiosa herencia. Una labor, la de nuevo rico, por la que será ridiculizado en los medios. Paradojas de la vida, se enamorará de una joven, la cual, sin saberlo, es una de las principales responsables de esa lapidación mediática. Con esta película Capra volvió a ganar el Oscar a mejor dirección; también fue nominada en el apartado de mejor película.

Caballero sin espada, 1939

Los Oscars fueron el termómetro perfecto para escudriñar la influencia de Capra en el cine de los años 30. Esta magnífica película fue nominada a once estatuillas –también incluidas las de mejor filme y mejor dirección—; solo consiguió mejor guion, sin embargo se erigió en la gran cinta para el público de ese año. Mucho tenía que ver que el protagonista fuera James Stewart, representando un papel típico en su filmografía: la de un hombre íntegro. Y más siendo un miembro del senado que busca lo imposible: combatir la corrupción sistemática.

Arsénico por compasión, 1944

Es la película navideña perfecta; también es la película de Halloween perfecta. Un filme impresionante, que logra extraer todo el encanto de un Cary Grant que nunca estuvo mejor –y eso son palabras mayores. Una cinta que tiene de todo: humor, romance, misterio e incluso se permite el lujo de proponer una primera acepción de serial killer. En esta ocasión, los premios no estuvieron del lado de Capra, sí, una vez más el favor del público. Es una de sus películas de su legado que mejor han envejecido; y que es un gustazo volver a ver.

El antepenúltimo mohicano

@eamcinema | Park City, Utah.

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