Las esenciales de David Trueba

Si ayer hablábamos de Jonás Trueba, uno de los grandes directores jóvenes del cine español e hijo de Fernando Trueba, hoy lo hacemos de un hermano de este último, David Trueba, una de las bonitas realidades de nuestro cine. Estamos ante uno de los grandes de la escritura cinematográfica de nuestro país. Una actividad que no se concentra solo solo en el séptimo arte, también en publicaciones de todo tipo, desde novelas a relatos.

El cine de David Trueba se caracteriza por sus imágenes nostálgicas, dentro de un aparato narrativo de clara vocación localista. A diferencia de su sobrino, cuya obra reciente destaca en Francia, el cine de David Trueba tiene unas coordenadas geográficas y narrativas muy marcadas, en las que, en cierta manera, descubre todos los anhelos y temores de diferentes generaciones de jóvenes. Su filmografía, que ocupa ya tres décadas, tiene ese aroma de autobiografía erosionada por las propias pasiones. Y con ello no solo hablamos del amor y la ruptura, también de la música, la literatura y el mismo cine. Un buen ejemplo es la magnífica Vivir es fácil con los ojos cerrados (2013), en el que el personaje principal (Javier Cámara) es un amante de The Beatles que viaja hacia Almería para conocer a su ídolo, John Lennon.

Más allá de sus formas, el cine de David Trueba retrata cómo los elementos que componen nuestras emociones en determinadas partes de nuestra vida acaban despertando para recordarnos quiénes fuimos y, también, lo que seremos.

A continuación, les presentamos los cuatro filmes clave de la obra de David Trueba:

La buena vida (1996)

Es su ópera prima, que compitió por el Globo de Cristal del Festival de Karlovy Vary, logrando el Premio Especial del Jurado. Un trabajo que narra el salto de la adolescencia a la adultez de un joven perteneciente a una familia con recursos. De repente, pese a su situación vitalicia llena de facilidades, no encontrará las respuestas para afrontar un camino excitante pero también lleno de soledad y vicisitudes. Fernando Ramallo y Lucía Jiménez son sus protagonistas.

Madrid, 1987 (2011)

Esta es una película que nos fascina. Con unos José Sacristán y María Valverde inconmensurables. Una propuesta que se desarrolla en el interior de un baño en el que se han quedado encerrados un veterano articulista y una joven estudiante de periodismo. Allí, desnudos, se enfrentarán dos generaciones: la que luchó por la democracia y la que la disfrutó sin mirar atrás.

Vivir es fácil con los ojos cerrados (2013)

Es la mejor película a nuestro juicio de su filmografía. Lo es, pese a que no le perdonamos del todo alguna ruptura del tono de cuento moderno que impregna su metraje. La cinta fue la gran triunfadora de los premios Goya de su año, con seis entorchados, incluidos los de mejor película, mejor dirección y mejor actor. Es uno de los largometrajes veraniegos por excelencia de nuestro cine.

Casi 40 (2018)

Cinta con afán linklateriano, que reúne en su plantel a los protagonistas de la citada primera película del cineasta madrileño, La buena vida. En ella, vemos cómo los protagonistas han evolucionado de una forma muy distinta a lo que apuntaban en su juventud. Sin embargo, siempre hay momento para celebrar el pasado; y esta película es uno de ellos. El filme logró la Biznaga de Plata del Festival de Málaga.

El antepenúltimo mohicano

Twitter: @eamcinema | Park City, Utah.

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