Las esenciales de Benoît Magimel

Nos gusta Benoît Magimel. Es un actor elegante, con presencia, que sabe vestir a personajes ambiguos, con dobleces; que arrastran un pasado que les atormenta y cuya sexualidad siempre es un enigma. Magimel llegó a la industria francesa de forma tardía, al menos según su documento de identidad; que no su rostro, aniñado. Pronto supo dar forma a lo anteriormente expuesto haciendo de pupilo, de boy next door o de artista con talento pero sin habilidades sociales para explotarlo. Pese a tener pose de galán, su perfil en pantalla siempre ha sido menor, algo que le orientó a personajes secundarios, sobre todo en la segunda parte de su carrera, ya en la madurez.

Como Gaspard Ulliel, actor con el que tiene muchas equivalencias, tuvo que romper el sambenito de ser un intérprete puramente físico. Lo logró a medias. Su carrera, pese a los méritos y premios, parece que nunca ha explotado del todo, pero, sin embargo, lo seguimos viendo año tras año en la cartelera. Como protagonista en películas francófonas menores; como secundario en mayores. Y siempre con la sensación de que llegará ese filme que hará que el público jamás lo olvide. Ojo, hablamos de un actor miembro de la Orden de las Artes y las Letras francesas, triple nominado al César y ganador del premio a la mejor interpretación masculina del Festival de Cannes. Aun con ello, sabemos que su tez blanca y ojos pequeños volverán a brillar con fuerza.

La razón la encontrarán en su filmografía.

La pianista, 2001

Fue la película que le dio a conocer y le procuró el citado premio en Cannes. La pianista fue una de las grandes películas de su edición, consiguiendo otros dos premios –Gran Premio del Jurado y premio a mejor actriz para Isabelle Huppert— y el estatus de cinta de culto. El filme narra el intento de seducción de un alumno a su profesora de piano, una mujer con problemas de autoestima relacionados con la influencia de su madre. La dirigió un gigante: Michael Haneke.

La flor del mal, 2003

Drama con tintes de intriga dirigida por un maestro en el género: Claude Chabrol. El filme propone una reflexión sobre la culpa como si esta, al igual que la responsabilidad por atrocidades del pasado, se pudiera transmitir de generación en generación. En ese sentido, la cinta protagonizada por unos soberbios Nathalie Baye y Benoît Magimel está ambientada en el presente pero tiene tiempos pretéritos siempre en el subtexto. Todo pivota sobre las colaboraciones galas con el régimen nazi cuando este ocupó Francia en la II Guerra Mundial.

Pequeñas mentiras sin importancia, 2010

Un clásico de la parrilla de SundanceTV. Aquí la labor de Magimel es menos evidente al ser una obra coral. Sin embargo él representa uno de los personajes más humanos y sinceros en esta reunión de amigos que no saldrá como esperaban en un inicio. El largo de Guillaume Canet no solo fue un gran éxito en Francia, también lo fue en España. Tiene una secuela que, como cabía esperar, no está a la altura de la primera.

Lola, 2019

Producción belga devenida bonita sorpresa de la cartelera española el pasado año. La película dirigida por Laurent Micheli habla de un reencuentro entre una hija y un padre tras la muerte de la madre del primero y ex esposa del segundo. Eso sí, las diferencias no solo tendrán al tiempo como agente erosionador, ya que el vástago ha cambiado de sexo, lo cual resulta impactante para ese padre que lo abandonó cuando era muy pequeño. Magimel está impresionante en este filme honesto y valioso.

El antepenúltimo mohicano

@eamcinema | Park City, Utah.

Más en el blog: Las esenciales de Claire Denis