Comedia en Islandia: el cine de Hafsteinn Gunnar Sigurðsson

Hablar de cine islandés se ha erigido en uno de los cánones argumentales de esta colaboración. Más allá de filias, es un tema coyuntural. En el último lustro se ha vivido el enorme ascenso de una industria que siempre ha estado ligada a Dinamarca –fue durante gran parte de su historia una colonia de la nación nórdica. Lo ha estado porque esencialmente, los directores islandeses se han formado en Copenhague, por lo cual las coproducciones siempre ha sido el proceso habitual para la creación fílmica en Islandia.

Pese a que los vínculos siguen siendo fuertes, poco a poco el adolescente cine islandés intenta emanciparse a nivel productivo. Sus ficciones están marcadas narrativamente por la complicada y escarpada orografía del país isleño. Algo que complica, y mucho, la relación y el movimiento por esta de sus habitantes. Es por ello que su cine habla en mayor o menor medida de incomunicación. También, extrafronteras, de la desmitificación de Islandia como ese paradigma de la civilización. Con ello, el drama –el dramón— es el género base de la mayoría de los greatest hits de esta nueva ola. Sin embargo, y eso es lo bonito, en los intersticios de esta marejada se cuela un director que sin llamar demasiado la atención rompe el molde con su particular sentido del humor.

Hablamos de Hafsteinn Gunnar Sigurðsson, un cómico en el reino del ceño fruncido.

Either Way (2011)

No pudo tener mejor presentación: participó en la sección de Nuevos Directores del Festival de San Sebastián, erigiéndose en una de las revelaciones de su año. Algo que llamó la atención de la industria norteamericana, que pronto armó un remake bastante interesante: Prince Avalance (2013), dirigido por David Gordon Green y protagonizado por Paul Rudd y Emile Hirsch. Ambas narran la relación entre dos operarios que trabajan en el mantenimiento de carreteras. En el caso islandés, en una zona de complejo tránsito debido a las inclemencias.

Paris of the North (2014)

Tras la gran acogida de su ópera prima, los focos aumentaron de intensidad con el anuncio de su segundo proyecto. Un trabajo que se mantenía en las mismas coordenadas, no solo geográficas, claro está, sino también genéricas. Una comedia negra protagonizada por un profesor de Primaria destinado a un colegio en su pueblo natal, donde tendrá que lidiar con su exmujer y sobre todo con su padre, con el que comparte una relación complicada. Un filme que compitió por el Globo de Cristal del Festival de Karlovy Vary pero que empero pasó desapercibido a nivel comercial.

Buenos vecinos (2017)

Es la película que mejor distribución internacional ha conseguido –llegó a España vía La Aventura. También es la menos sutil humorísticamente, ya que la narrativa de Sigurdsson da un paso más y el humor más que negro se vuelve negrísimo. La película narra la tormentosa relación de una familia con varios de sus vecinos. Una vorágine que acabará, se lo adelantamos, como el rosario de la aurora. Amantes de los perros, absténgase. Buenos vecinos se presentó en la sección Orizzonti de la Mostra de Venecia. Es su última ficción hasta el momento. Hace un par de años firmó un bonito documental sobre el éxito del fútbol islandés: que se clasificó para un Mundial y una Eurocopa de forma consecutiva.

El antepenúltimo mohicano

@eamcinema | Park City, Utah.

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