Las secuelas neurológicas de los supervivientes del Holocausto

El estrés y el trauma han demostrado ser agresivos atacantes (e incluso mortales) a nivel emocional, psicológico y hasta físico. Por eso, ya no es extraño que una experiencia especialmente traumática deje marcas permanentes y “visibles” en cuerpos y mentes, sobre todo en individuos vulnerables. En este supuesto se ha centrado un grupo de científicos liderado por Ivan Rektor, del Instituto de Tecnología de Europa Central, en República Checa, a la hora de valorar el estado neurológico de supervivientes del Holocausto.

Rektor ha hecho públicas sus interesantes y descorazonadoras conclusiones en el V Congreso de la Academia Europea de Neurología. Al parecer, 28 supervivientes del Holocausto nazi (con una media de 80 años) sometidos a resonancias magnéticas, presentan una significativa pérdida de materia gris en el cerebro en comparación a otros 28 sujetos (dentro del mismo rango de edad) que nada tuvieron que ver con estos sucesos.

Además, estas secuelas pueden ser “hereditarias”, afectan a otras zonas del cerebro dejando de lado áreas asociadas con el Trastorno de Estrés Postraumático (PTSD) y los daños son mayores en aquellos que contaban menos de 12 años en 1945. Así, se constata la vulnerabilidad de la niñez ante episodios que implican semejante carga de estrés y otras experiencias extremas.

Según Rektor, “setenta años después, el impacto de sobrevivir al Holocausto en la función cerebral es significativo. Hay diferencias substanciales en estructuras envueltas en procesamiento de emociones, memoria y cognición social, con niveles más altos de estrés, pero también de crecimiento postraumático (…) Nuestra esperanza es que estos hallazgos y la investigación en marcha nos permitirán saber más sobre los efectos de esas experiencias para enfocar la terapia en apoyar la resistencia y el crecimiento de los supervivientes y su descendencia”.

Ahora, los expertos buscan acotar el alcance de esta reducción de materia gris en siguientes y futuras generaciones. Pruebas preliminares en hijos y nietos de implicados en el estudio, revelan “una reducción de la conectividad entre estructuras cerebrales envueltas en el proceso de las emociones y de la memoria”, pero aún hay que determinar si esta “transmisión” a descendientes se basa en factores psicológicos y de comportamiento o en factores genéticos.

A la espera de nuevos datos, los supervivientes estudiados aseguran vivir su vida en plenitud más allá de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y esperan que sus métodos de superación ayuden a otros en situaciones similares.

Fuente: EFE