Día del Orgullo LGTBI: el origen de una revolución

¡Es el día del Orgullo LGTBI! Y parece que medio mundo lleva meses haciéndose eco del mensaje “ames a quien ames, eres bienvenido” de cara a este 28 de junio. Aunque, en realidad, este grito a la libertad, a la tolerancia y al amor libre no es solo el dogma de un colectivo que invade las calles y las redes una vez al año en vísperas de una “fiesta”.

El día del Orgullo (empezando con mayúscula, porque este orgullo bien lo merece), celebra, precisamente, el punto de inflexión en una lucha que aún libramos todos por sentirnos orgullosos de lo que sentimos, por mostrarnos al mundo tal y como somos, sin importar nuestro género, sexualidad o el cuerpo que habitemos. Hoy, se cumplen 50 años de la revolución de Stonewall.

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¿Qué ocurrió? Que un grupo de valientes dijo “basta” y, por primera vez, muchos se pararon a escuchar. Valientes, sí. Pero también con el miedo en el cuerpo al ser conscientes de que se enfrentaban al gigante con una honda. Corría el año 1969 y el colectivo se reunía clandestinamente en los llamados “bares de ambiente”. Escondidos, temerosos de la ley y bajo un apodo despectivo, twilight, de ‘crepúsculo’ o ‘crepuscular’, ya que solo el amparo de la noche ofrecía cierta “seguridad” (entre enfatizadas comillas).

El 28 de junio de ese mismo año, la multitud que se hacinaba en el bar The Stonewall Inn (en Greenwich Village, Nueva York) se negó a acompañar a comisaría a los policías que irrumpieron en el local, marcando un hito y reiniciando, casi inconscientemente, una revolución que ya cuenta siglos, aunque muchas veces no lo percibamos así. Desde ese momento, volver a bajar la voz ya no era una opción. Y Martha Shelley lo sabía. “Hagamos una marcha a plena luz del día, una marcha del orgullo”, proponía tan solo una semana después de la revuelta.

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Así, la única mujer en una sala con 400 hombres contribuía, sin saberlo aún, a allanar el camino y a definir el futuro tanto de su generación como el de las generaciones venideras. Hoy, esta “veterana de Stonewall” de 75 años, admite que estaba aterrada ante la idea de desfilar expuesta a aquellos que la odiaban por lo que era, por lo que una sociedad retrograda nos enseñaba (y aún nos enseña).

El resto, como cabe imaginar, es historia. Historia que, a nuestro humilde parecer, debería estudiarse en todos los colegios. Porque LGTBI no es una moda. Tampoco es una marca o un reclamo publicitario. Es el día a día de muchas personas, no va a desaparecer y merece todo el respeto y el apoyo que se le pueda ofrecer. Merece que la lucha continúe por un estado de igualdad. Merece que clamemos: ¡viva el día del Orgullo! Sobre todo, con motivo de este aniversario de medio siglo memorable.

Fuentes: infobae / El País