Día Mundial del Medio Ambiente: contra la contaminación del aire

Cada 5 de junio desde 1974 se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente o Environment Day, iniciativa de Naciones Unidas que tiene su origen en la Conferencia de Estocolmo de 1972. Conferencia que tuvo como tema central el Ambiente. Desde entonces, la mayor organización internacional existente cuenta entre sus objetivos ineludibles la ampliación de “las bases de una opinión pública bien informada y de una conducta de los individuos, de las empresas y de las colectividades inspirada en el sentido de su responsabilidad en cuanto a la conservación y la mejora del medio”.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, subraya la importancia de un día como este: “Es hora de actuar con contundencia. Mi mensaje a los gobiernos es claro: gravar la contaminación, dejar de subvencionar los combustibles fósiles y dejar de construir nuevas centrales de carbón. Necesitamos una economía verde, no una economía gris”. Palabras que pretenden mover conciencias, pero también llamar a la urgencia ante la precaria situación de muchos sectores.

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Para el Día Mundial del Medio Ambiente, cambia anualmente tanto el asunto prioritario como el país que acogerá las diversas y pertinentes celebraciones oficiales. 2019 es el año de China, y el tema central girará en torno a la contaminación atmosférica. O, lo que es lo mismo, la presencia en el aire de agentes perjudiciales para la salud (literal y figurada) de seres humanos, animales, materiales… Sobre esto, se ha recalcado que un conocimiento pleno de las causas de la contaminación puede ser la clave a la hora de redirigir comportamientos y hábitos hacia conductas más responsables para con el medio ambiente.

Por lo general, son de sobra conocidas fuentes de contaminación como la quema de combustibles fósiles, madera y otros combustibles de biomasa en interiores (usos domésticos que causan cerca de 3,8 millones de muertes prematuras al año), las centrales eléctricas que queman carbón y los generadores diésel, o el sector del transporte, que representa casi un cuarto de las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con la energía.

Pero las alarmas también están puestas sobre las emisiones de metano y amoniaco del ganado, la quema de residuos al aire libre u otras fuentes como las erupciones volcánicas, las tormentas de polvo y otros procesos naturales que no dependen de actividades humanas. Es por esto que la divulgación adquiere un papel fundamental en la lucha contra el calentamiento global mediante contribuciones individuales y colectivas.

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Días internacionales como este también nos recuerdan que la acción ecologista no cesa. Desde el boicot al plástico convocado esta semana por la plataforma ciudadana Zero Waste España, pasando por el Encuentro Andaluz Mayores por el Medio Ambiente, hasta la denuncia pública de la ecologista rusa Nina Ziriánova, de la que recientemente se han hecho eco los medios tras advertir de las condiciones insalubres en las que mantienen a 87 belugas, 11 orcas y 5 crías de morsa en una “cárcel de ballenas” del extremo Oriente de su país.

Los animales fueron capturados e iban a ser vendidos, en una desafortunada coincidencia, a acuarios y delfinarios chinos. Su liberación estaba prevista para mayo, pero aún no se ha efectuado a razón de altos costes económicos. Los hechos han enfrentado a personas como Nina, al Centro de Adaptación de Mamíferos Marinos y a los pescadores (que aseguran que actuaban lícitamente) entre sí. En mitad de la disputa, se abre un debate sobre sostenibilidad y preservación de la vida (marina).

Solo queda esperar que el Día Mundial del Medio Ambiente, como pretenden otros días internacionales, consiga el objetivo mayor: la sensibilización generalizada ante problemas de calibre inimaginable, teniendo en cuenta que es nuestro propio entorno (nuestros recursos, nuestro modo de vida) el que se encuentra en grave peligro. El que está en juego.

Fuentes: Naciones Unidas / EFE