Cómo construir y practicar la felicidad desde lo pequeño

Todo el mundo ha sentido alguna vez eso llamado felicidad, ese sentimiento que genera un estado de ánimo o, como dice la RAE, de “satisfacción, gusto y contento”, que inunda el cerebro y el alma. Es difícil definirlo con palabras, pero cuando se siente, se sabe que es felicidad. Perseguirla no es un objetivo superfluo. Para Naciones Unidas, la felicidad desarrolla un “importante papel en la vida de las personas de todo el mundo”. Y por eso, este organismo celebra cada año el Día de la Felicidad, desde 2013, cada 20 de marzo para reconocer y celebrar su importancia.

La felicidad tiene muchas caras y muchas formas de alcanzarla, incluso es un sentimiento que se estudia y se puede practicar. En la Universidad de Harvard se estudian los secretos de “la ciencia de la felicidad”, de la mano del profesor Tal Ben-Shahar. Este experto en Psicología Positiva explica, tanto en la prestigiosa universidad como en varios libros superventas de los que es autor, cómo se puede aprender a ser feliz, con técnica y con práctica. Para Ben-Shahar la clave está en “aceptar la vida tal como es”. Así de fácil.

La felicidad además es contagiosa, como una enfermedad, pero ésta en plan bien. La mejor manera de evitar la tristeza y la depresión es rodearse de gente feliz. Así lo indican numerosos estudios realizados en distintas universidades tanto de Estados Unidos como la de California, San Diego, como de Inglaterra, como las de Manchester y Warwick. Tanto es así que rodearse de gente feliz ayuda en la recuperación de una depresión.

También hay felicidad en el trabajo, es lo que se llama la empresa feliz. Aunque todo el mundo sabe que una empresa no es un parque de atracciones, cada vez es mayor el número de compañías que piensan más en el bienestar de sus empleados, porque cuanto más “feliz” es un trabajador, está más motivado y es más productivo. Además, muchas empresas ya tienen un Chief Hapinness Officer, un directivo que se encarga de crear planes y acciones para hacer felices a los empleados.

El lugar donde uno vive también influye para ser más feliz. Según las Naciones Unidas en 2018, Finlandia fue el país más feliz del mundo. La ONU estudia todos los años una serie de parámetros como el PIB per cápita, la esperanza de vida o la solidaridad, para hacer ese ranking. De los 156 países estudiados, Burundi fue el último de la lista.

Además, hay una serie de gestos y acciones muy sencillas que se pueden hacer para estar más cerca de alcanzar la felicidad. Por ejemplo, hacer ejercicio ya que libera endorfinas (la hormona de la felicidad), mejor si es al aire libre, ocupar el tiempo de ocio con alguna afición o aprender cosas nuevas, compartir la vida con otras personas, romper la monotonía con nuevas experiencias, como viajar, aceptarse a uno mismo como es, incluidos los propios errores, ser positivos y alegrarse por lo que uno tiene. Todo ello ayudará a apreciar lo bueno de la vida y a disfrutarla.

Ser feliz aumenta la esperanza de vida y es más fácil de lo que parece, ¿no crees?

Fuentes: euronews, El País, ABC, un.org, muyinteresante