Los ataúdes personalizados de los funerales ghaneses

A principios de los 50, el abuelo del joven Eric Adjetey, dedicado a la artesanía, decidió hacer realidad el último deseo de su esposa. No tenía mayor complicación. Ella soñaba con viajar en avión. En uno de esos que había visto sobrevolar su taller en numerosas ocasiones, y que aterrizaban en el aeropuerto internacional de Kotoka (Accra). No fue posible antes de que muriera, por lo que su marido le fabricó especialmente un ataúd a medida en forma de aeroplano. Algo, por aquel entonces, insólito.

Hoy, la personalización de ataúdes a gusto del cliente es costumbre entre los miembros de la sociedad de pescadores de Ghana. Allí, uno puede despedirse de los suyos y abandonar este mundo en una lata de refresco, un grano de cacao, un colorido pez, un Mercedes-Benz… No es un mero capricho. El ataúd que un ghanés elige refleja su oficio, su estatus, las cosas que apreciaba… cómo vivió.

Los funerales ghaneses son una tradición. Una celebración por todo lo alto que requiere una exhaustiva y cuidadosa preparación y que puede alargarse días o, incluso, meses. No se escatima en gastosa la hora de reunir entre 500 y 2000 invitados a los que abastecer con comida y bebida. Estos también hacen una donación. Solo el ataúd puede alcanzar los 2.000 dólares. La totalidad del evento, los 10.000. «Darle a tus padres un entierro adecuado te hace encajar en la comunidad y en la sociedad. Significa que viviste una buena vida y que fuiste capaz de ahorrar. Por eso, incluso cuando los familiares no tienen suficiente dinero, recurren a un préstamo» afirma Eric.

El que ya pertenece a la tercera generación de una familia de artesanos, no esconde los altibajos de su labor. El trabajo es duro, lento y se encuentra a merced de las inclemencia de un clima muy caluroso. «En Ghana la carpintería no está vista como una buena profesión. Al igual que mi padre, muchos otros no quieren que sus hijos se dediquen a esto (…) pero si sabes lo que realmente quieres hacer, no necesitas que nadie te diga lo que te conviene y lo que no».

También incide en la importancia de entender el significado de cada pieza para reproducirla lo más fielmente posible. Se trata de objetos o conceptos muy concretos, pero todos responden a un propósito bien meditado y henchido de sentido. A modo de ejemplo, habla de ataúdes en forma de tortuga o caracol para abogados y líderes comunitarios, que «resuelven tus problemas aunque les lleve cierto tiempo».

A pesar de las dificultades, la familia Adjetey está orgullosa de tener en sus manos la capacidad para dar forma a su identidad cultural. Curioso y tremendamente respetable a partes iguales.

Fuente:EFE