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El reparto de las tareas del hogar y la igualdad de género

Hace unas semanas la marca de productos de limpieza Estrella (Grupo Henkel) publicaba un estudio en el que revelaban que las tareas del hogar siguen recayendo de manera mayoritaria en las mujeres.

Los datos de este estudio parecen ser claros. Sólo un 7 % de los españoles encuestados reconoce que hay igualdad en el reparto de tareas de su hogar. En otros lugares de Europa la cifra no mejora. En Alemania el porcentaje se queda en un 6% y en Italia asciende a un 1%.

Este estudio, además, señala que son las mujeres las que más acciones de limpieza realizan a la semana. Las mujeres con empleo realizan una media de 60 acciones de limpieza a la semana, mientras que los hombres con trabajo llevan a cabo una media de 42. Las cosas cambian cuando hablamos de desempleados. En este caso, son los hombres lo que más hacen (80 acciones de limpieza a la semana por parte de los hombres frente a las casi 76 de las mujeres).

Pese a que los tiempos van cambiando y los roles en la distribución de las tareas van evolucionando y son cada vez más igualitarios, lo cierto es que todavía queda camino por recorrer. Y es que, para alcanzar la igualdad, se deben corregir tradiciones sociales que hunden sus raíces en tiempos remotos.

Según los expertos (antropólogos, filósofos y sociólogos) en temas de género, parece que la asignación de tareas según el sexo está en la base de cómo nos organizamos en sociedad. Dicho de una manera más simple: hace siglos los hombres (cazadores) asignaron a las mujeres unas labores (domésticas) y, desde entonces, tanto hombres como mujeres han mantenido estas diferencias de generación en generación.

Pero, como decíamos, las cosas cambian. Hoy día la mujer tiene ya los mismos derechos que los hombres. Y esto incluye el trabajo y la igualdad. La mujer de hoy, por tanto, trabaja las mismas horas que los hombres y el choque con las tradiciones es inevitable. La mayoría de las mujeres que ya están incorporadas al mundo laboral y que han sido educadas en tradiciones democráticas igualitarias ya no están dispuestas, lógicamente, a desempeñar un doble trabajo por el mero hecho de ser mujeres.

 

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