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Amaro Sánchez de Moya: un interiorista ecléctico, riguroso y enamorado de las antigüedades

El interiorista de origen sevillano Amaro Sánchez de Moya es uno de los protagonistas de Con nombre propio. En el capítulo que presenta descubrimos en qué se inspira, cómo definiría su estilo y cómo plasma todo ese trabajo en su propio hogar.

Para Amaro el interiorismo es una experiencia sobre cómo vive una persona y por eso su trabajo consiste en organizar el mundo del cliente para darle una coherencia funcional y estética. Por eso, para él es fundamental descubrir los gustos de la persona para la que trabaja e incluir en su proyecto todo lo que forma parte de su bagaje y vida; incluso sin son elementos de mal gusto es capaz de encontrarles un hueco. Le gusta especialmente diseñar la decoración de viviendas porque son más humanas que un restaurante u hotel, por ejemplo, donde lo más importante es reforzar la imagen de marca.

Sus inspiraciones provienen, sobre todo, de la historia y de todo aquello de calidad que ya se ha hecho, y no cree en la idea que llega de forma magistral sin una reflexión previa. Por ejemplo, le resulta inspirador el Museo de bellas artes de Sevilla, que refleja muy bien la esencia de la arquitectura sevillana.

Amaro define su estilo como ecléctico ya que mezcla distintos estilos históricos y elementos lujosos con otros más populares, aunque confiesa su predilección por el lenguaje clásico. En cualquier caso, su mejor sello es su rigor y cada proyecto es diferente. Entre ellos, podemos disfrutar del trabajo que realizó para un piso ubicado en una casa sevillana del siglo XVIII, en la que adaptó el espacio a las necesidades y recuerdos del matrimonio que la vive o la reforma integral con un presupuesto ajustado que diseñó para la casa de un chico joven.

Algo que nunca falta en sus trabajos son las antigüedades. Muchas de estas piezas especiales las encuentra en el anticuario de Ana María Abascal y Patricia Medina, que le ayudan a elegir y filtran la gran cantidad de muebles y elementos decorativos que se pueden encontrar en este espacio. También confiesa que prefiere un buen grabado antes que un mal cuadro y para ello su espacio fetiche es Buril, donde encuentra verdaderas obras de arte de la mano de Fuensanta Arenado, dueña y amiga.

Respecto a su propia casa, lo más significativo es la doble altura que posea y que la dota de gran teatralidad, haciéndola perfecta para recibir, algo que Amaro hace muy a menudo. En el salón destaca el sofá con forma de «h» que él mismo diseñó y la mezcla de elementos de distintos estilos y épocas como una consola española y un cuadro de artista sevillano de Javier León. En la parte superior de la vivienda se ubica la zona más intima, con piezas tan especiales como una librería que hace las veces de cabecero o dos murales que añaden un toque especial a la casa. Las cortinas son también un elemento fundamental para él y normalmente apuesta por aquellas que son reversibles.

 

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