Cómo adentrarse en el cine de terror

¿Qué podemos hacer cuando queremos ver películas de miedo y no nos atrevemos? Es muy importante que tengamos en cuenta una serie de consejos que nos ayudarán a hacer el camino más llevadero. En este artículo, planteamos algunas sugerencias útiles para espectadores novatos, e inseguros, del cine de terror. La perseverancia llevará a descubrir grandes obras.

Cine de terror: Guía para novatos

No todo el mundo es capaz de ver una película de terror. La falta de costumbre, la mala fama que siempre rodea a estas creaciones o los temores internos pueden bloquear a muchas personas e impedirles aguantar hasta el final. La decisión personal es, en consecuencia, el punto de partida imprescindible. Si tenemos la voluntad real de hacerlo, acabaremos disfrutando del miedo cinematográfico y comprendiendo su particular belleza.

En general, los grandes aficionados a estos largometrajes se han introducido en el género de forma progresiva. Muchos empezaron a verlos cuando eran pequeños, en compañía de sus padres o hermanos mayores, de manera gradual y adaptada a su proceso. Otros, lo hicieron durante su adolescencia.

Evidentemente, si un espectador novato comienza viendo Host o Sinister, consideradas como las películas más aterradoras de la historia, el impacto inicial será más negativo. Incluso puede llegar a ser traumático.

Los siguientes consejos permiten familiarizarnos poco a poco con el cine terrorífico y enfrentarnos a él con la actitud adecuada.

Comenzar con las parodias

Existen muchas películas de humor que parodian las de miedo más famosas, tanto en el cine internacional como en el español. Estos films se desarrollan en ambientes tétricos y oscuros, pero están llenos de gags y recursos humorísticos. Por lo tanto, nunca provocan angustia.

La serie cinematográfica Scary Movie es una referencia en este universo de cine que parodia el terror. Sin duda, nos cuesta mucho menos ver la película original cuando ya nos hemos adentrado en escenas divertidas sobre sus secuencias principales.

Empezar con lo retro

Está muy bien empezar por los clásicos, sobre todo, cuando se han rodado en épocas pasadas con medios y recursos técnicos inferiores a los actuales. Un buen número de los largometrajes de antaño, que en su día asustaron a los espectadores, nos dejan indiferentes porque sus efectos especiales han envejecido mal e impactan mucho menos. A veces, incluso, nos hacen reír.

En esta línea, películas como Los pájaros (1962), de Alfred Hitchcock, El exorcista (1973) o Tiburón (1975) se convierten en estupendas opciones para iniciarse en el género.

Verlas junto a espectadores expertos

Aunque sigue valiendo aquello de «mejor solo que mal acompañado» —los constantes comentarios ajenos pueden ser devastadores para nuestra tranquilidad—, conviene estar con alguien las primeras veces. Preferiblemente, una persona de nuestra confianza que tenga experiencia en esta clase de películas. Su serenidad resultará apaciguadora.

Podemos agarrarnos a esa persona, comentar los sobresaltos y reírnos juntos después de algún que otro susto. Al terminarla, es bueno discutir con ella el tema y los recursos aplicados, para desdramatizar la experiencia.

Cerrar los ojos de vez en cuando

Es un recurso emocional de defensa perfectamente válido. Si somos inexpertos, podemos protegernos ante los sobresaltos bajando nuestros párpados. La ventaja es que, por lo general, este género es bastante predecible. Suele haber indicios que anticipan la posibilidad de un susto: música dramática, ambiente tenebroso, planos oscuros, acciones y expresiones de los protagonistas, etc.

Si, de modo preventivo, cerramos los ojos para evitar esos impactos, no vamos a perdernos mucho de la trama general. Nuestro acompañante puede explicarnos, después, qué ha sucedido. Y así, gradualmente, nos vamos acostumbrando a este formato.

Taparse los oídos

Es una práctica similar a la anterior, pero menos habitual. No obstante, es tan efectiva o más como cerrar los ojos. El audio y los elementos sonoros son determinantes en el impacto generado en los espectadores. En ocasiones, se considera que el sonido tiene una influencia de hasta el 80 % en la tensión generada.

Cuando vemos lo que ocurre sin contexto auditivo, la inquietud es bastante más llevadera y asumible. Es una pequeña trampa que nos puede ayudar a acelerar el proceso de adaptación.

Perseguir los spoilers

No es lo más recomendable, pero como herramienta de desarrollo personal para ver películas de miedo podemos darlo por bueno. Eso sí, sin excedernos: hay que hacerlo de forma dosificada y aparcarlo en cuanto estemos acostumbrados.

Cuando sabemos el final de la película, nos sentimos más tranquilos. En el itinerario individual de inmersión en el género cinematográfico de terror, se convierte en una ayuda.

Una versión menos traumática, e igualmente provechosa, es pedir a nuestros acompañantes que nos aconsejen solo los largometrajes que acaban bien. Ya tendremos tiempo de dar después el salto a los finales negativos o inciertos.

Trabajar el autoconocimiento

Dentro del cine de terror existen distintos subgéneros con los que hemos de ir familiarizándonos. A partir de la experiencia, llegaremos a identificar cuáles nos provocan más tensión.

En buena lógica, la recomendación es ir avanzando por aquellos que nos resultan más llevaderos. Las posibilidades son inmensas: el slasher, las pelis de vampiros, las tramas de ultratumba, los zombis, el gore, el terror psicológico, etc. Debemos estudiarnos y planificar nuestras experiencias cinematográficas de miedo en función de cómo somos.

Viene bien, asimismo, reflexionar sobre nuestros miedos personales reales y ficticios. Con esta información, resulta más sencillo escoger a qué contenidos, temas y enfoques hemos de exponernos en cada momento.

Durante el visionado, tenemos que mentalizarnos de que no es real, solo una ficción o una animación. Esa sensación de control es la que nos permite disfrutar de esas experiencias. De tal modo, sabemos que, a pesar del sufrimiento, cuando terminamos la película, regresamos a nuestra vida en la seguridad del día a día.

Ciertamente, todos somos capaces de aprender a disfrutar del terror en las pantallas. Es cuestión, ya lo hemos dicho, de voluntad, perseverancia y estrategia. Estas sugerencias ayudan a acelerar ese proceso y, poco a poco, nos permiten disfrutar al ver películas de miedo. Eso sí, hemos de ser conscientes que la idea es pasarlo bien… pasándolo un poquito mal.