Tyson Fury: Auge y caída del Rey Gitano

El popular boxeador británico, conocido por sus seguidores como El Rey Gitano, regresaba al ring en junio del año pasado después de casi 3 años retirado del deporte y de los focos.

Y es que, el que fuera uno de los grandes referentes de este deporte en el Reino Unido, sufrió una caída a los infiernos a través del ojo público, que vio cómo uno de sus ídolos se sumía más y más en las adicciones.

Todo comenzó cuando en 2016 dio positivo en cocaína en un test de dopaje, aunque su mal estado de salud y de forma física ya eran un secreto a voces. Fury, poseedor de un carácter chulesco inconfundible, no dejó ahí el conflicto y ayudó a promover los rumores. Si no puedes con tu enemigo, únete a él.

Así, semanas después de su positivo por drogas, el propio Tyson se atrevía a bromear subiendo a su perfil de Twitter un montaje fotográfico en el que se convertía en Tony Montana, protagonista de Scarface.

Fue este el gran punto de inflexión: días después confirmó que se retiraba del boxeo, posteriormente afirmó que se trataba de una broma y finalmente compartió que se encontraba en un bucle depresivo. Tyson Fury había caído definitivamente en sus infiernos.

«Soy un maníaco-depresivo. Espero que alguien me mate antes de que yo lo haga», afirmaba el deportista. «Busco ayuda, pero ellos no pueden hacer nada por mí. Estoy en un hospital en este momento, me observan psiquiatras. Dicen que tengo una versión bipolar».

Después de su positivo por cocaína, su mundo cambió y decidió retirarse. Se centró en curarse, en su familia y en el descanso; pero como resultado, además de sanarse mentalmente, ganó alguna decena de kilos.

En 2018  regresó dispuesto a recuperar su título de campeón del mundo, aunque está claro que estos más de dos años de retirada le han pasado una importante factura.