Un repaso a la historia del boxeo

Mueve miles de millones de dólares y todo cuanto le rodea ya forma parte de su “rutina”. La preparación previa, la provocación, las apuestas, sus claroscuros e incluso su polémica. El boxeo o pugilismo mueve masas y ha conocido innumerables representaciones en el arte y la cultura popular a través de su historia. ¿Cuántos han hecho de esta disciplina su pasión (pasajera o duradera) gracias a leyendas como Muhammad Ali o personajes ficticios como Rocky Balboa?

Se convierte en deporte olímpico en el año 688 a.C (XXIII Juegos Olímpicos de la antigüedad). En el caso del boxeo femenino, esto ocurre hace apenas 7 años. Pero, para conocer los verdaderos orígenes de este combate a dos de cuadrilátero, debemos remontarnos mucho más atrás, ya que los primeros indicios del boxeo los encontramos en Etiopía, nada menos que 6000 años antes de Cristo. Desde allí, se expande a Egipto, Creta y la India.

En las antiguas Grecia y Roma se practicaba con tiras de cuero y piezas metálicas en los puños que infringían grandes daños al oponente (incluso la muerte). Los griegos lo llamaban pygmakhia (pyg=puño + makhe=pelea), y los romanos… se despidieron de él con la llegada del cristianismo. Tras su desaparición en Europa, conoció su auge en Asia, donde nacieron el muay boran o boxeo ancestral y el boxeo Shaolin o boxeo chino, entre otras disciplinas.

Habrá que esperar al siglo XVII, o lo que es lo mismo, a la expansión del Imperio Británico, para que verdaderamente reciba el nombre de boxing y se diferencie de las trifulcas callejeras. Acogía combates entre hombres, mujeres y animales y, concebido como un espectáculo de apuestas al que asistían multitudes en círculo (de ahí el ring, anillo en inglés), pareció dar un paso atrás con respecto a siglos anteriores al no utilizar ningún tipo de protección o guante, aunque esto no hacía que la pelea fuera menos cruenta.

A principios del siglo XVIII aparece el primer campeón reconocido de Inglaterra, el “maestro de defensa” James Figg, que, de 270 combates, solo perdió uno, y cobrándose su revancha. Su sucesor, el campeón Jack Broughton, aportó técnica y metodología al boxing.

Las iniciativas de John Graham Chambers, deportista galés, y John Douglas, Marqués de Queensberry dieron lugar a tres categorías básicas según el peso de los púgiles (peso ligero, peso mediano y peso pesado) y a una serie de normas (tiempos, descansos…) que esbozaban una primera idea de lo que sería el reglamento tal y como lo conocemos hoy. San Luis acogió en 1904 unos Juegos Olímpicos que ya incorporaron el boxeo con siete categorías clásicas. Estas evolucionarían en la multitud de divisiones que encontramos actualmente tanto en el boxeo aficionado como en el boxeo profesional.

En 1923, conocemos a los primeros campeones mundiales no anglosajones, el filipino Pancho Villa y el francés Eugene Criqui. Aunque la “corona” hoy se encuentra en la cabeza del boxeo estadounidense con 81 de 115 títulos profesionales en peso pesado entre 1885 y 2008. Una modificación relativamente reciente y significativa en el reglamento la registramos en 1982, cuando se reduce la duración de los combates por título de quince a doce asaltos como medida preventiva tras la muerte del boxeador Duk Koo Kim.

Por último, aunque no por ello menos importante, no podemos dejar de hablar del boxeo femenino y del auge que ha experimentado en los últimos años gracias a una incansable labor de inclusión y de reconocimiento de derechos. Los Juegos Panamericanos ya incorporaron el boxeo femenino en 2011​ y los Juegos Olímpicos de Verano hicieron lo propio en 2012.