¿Cómo afectaría una tormenta solar?

En octubre del pasado año, el presidente estadounidense Barack Obama firmó una orden ejecutiva para instar a su Gobierno a adoptar medidas coordinadas para preparar a la nación ante las consecuencias de una posible tormenta solar, que afectaría gravemente a «la salud y la seguridad de continentes enteros«. Si se llegara a dar este escenario se produciría un gran impacto a nivel global debido a la dependencia tecnológica de nuestras sociedades actuales.

Una tormenta solar se produce cuando el plasma del Sol es impulsado hacia nuestro planeta. Son eyecciones de masa coronal solar en dirección a la Tierra que causarían interferencias en los dispositivos electrónicos. Podría afectar a infraestructuras básicas como los satélites GPS, los sistemas de navegación y el abastecimiento eléctrico. Asimismo, los vientos solares podrían alterar el campo magnético de la Tierra.

En 1859 tuvo lugar la mayor tormenta solar que ha afectado a la Tierra. El intenso acontecimiento se sucedió entre el 28 de agosto y el 2 de septiembre y se conoce como evento Carrington. Un astrónomo aficionado, Richard Carrington, se percató de la existencia de «dos parches de luz negros» que se correspondían con una serie de manchas solares que comenzaron a aparecer en diversos puntos del Sol.

Las eyecciones de masa coronal suelen tardar varios días en llegar a nuestro planeta, sin embargo, en esta ocasión tardaron tan solo 18 horas. El resultado fue un ambiente global electrificado en el que se podían contemplar las famosas auroras boreales en lugares alejados de los polos, incluso en Madrid. Lugares con latitudes medias pudieron observar las impresionantes auroras verdes, violetas y rojas.

El fenómeno provocó el colapso en los sistemas de telégrafos en Europa y Norteamérica. Los operadores sufrieron descargas eléctricas intentando arreglar los sistemas. En algunos puntos incluso se informó de cables que se derretían. Saltaron chispas de los equipos suficientemente intensas como para prender fuego.

En otros lugares, los telégrafos funcionaban sin cargar la batería debido a la energía eléctrica permanente en el ambiente. La cantidad de luz a primeras horas de la mañana era tal que algunos mineros desayunaron a las 4 de la mañana.

No obstante, todos estos fenómenos tuvieron lugar en una época en la que la dependencia de la tecnología era relativamente baja. En la actualidad los efectos podrían influir duramente en la vida de las personas y en la economía a nivel mundial. La revista científica Atmospheric Environmental calculó que si se diera hoy día una tormenta solar de las características del evento Carrington los daños podrían ascender hasta 2.600 millones de dólares solo en Estados Unidos.

Si esto llegara a suceder se producirían fallos en los sistemas de comunicaciones, los GPS dejarían de funcionar y se perderían millones de datos. La red móvil no funcionaría, se colapsarían los servidores y podríamos vivir grandes apagones eléctricos. ¿Si no se gestionara bien la respuesta podríamos vivir el auténtico fin del mundo?