Ser esclavo en el Imperio romano

Esclavo o servi era toda aquella persona carente de libertad y doblegada bajo la voluntad de otra. En el Imperio romano comprendían la base de la economía ya que eran la principal fuente de producción (a causa de ser la mano de obra más barata) y sus trabajos podían ser tan diversos como su señor quisiese, desde hombres y mujeres gladiadoras, esclavos públicos, servicio doméstico, campesinos o prostitutas en lupanares.

Existían dos tipos de esclavos, dependiendo de hacia quién debían mostrar lealtad. Los denominados servi publici eran los destinados a trabajar para el Estado, realizando tareas de mantenimiento de las poblaciones y obras públicas. Los esclavos conocidos como servi privati estaban solo al servicio de su dueño, trabajando en canteras, explotaciones rurales, minas, etc…

Desde el punto de vista legislativo los esclavos carecían de derechos por ser vistos como pertenencias u objetos, solo el señor de éstos tenía derechos sobre ellos. La ley del res mancipi “auténtica propiedad”  regulaba las transferencias, ventas o cualquier otro uso relacionado con los esclavos.

La posesión de esclavos era un factor importante cuando se determinaba la clase social a la que se pertenecía. Incluso las personas de clase media y los “manumitidos ” (esclavos liberados) podían tener esclavos trabajando para ellos. Las familias romanas más ricas podían contar con más de un centenar de esclavos.

La trata de esclavos tuvo su punto de inflexión después de las guerras púnicas  entre Roma y Cartago, a causa de las diferentes victorias que obtuvo el Imperio, como la batalla de Zama (202 a.C) dónde se enfrentaron los ejércitos comandados por Cornelio Escipión  y Aníbal Barca  y por la cual más de 60.000 cartagineses fueron entregados como esclavos tras la derrota de Aníbal.

El gran número de esclavos existente en Roma generó un gran miedo a las sublevaciones, como la insurrección liderada por Espartaco en el año (73 a.C.)