¿Qué pasó realmente con Anastasia Romanov?

¿Qué hay de cierto en los rumores de que la gran duquesa Anastasia fue la única de la familia imperial rusa que sobrevivió?

La noche del 17 de julio de 1918, en plena guerra civil rusa, la familia del zar Nicolás II fue asesinada en Ekaterimburgo a manos de los bolcheviques. Sin embargo, cuenta la leyenda que hubo un miembro de la familia que sobrevivió: la gran duquesa Anastasia.

Al no encontrarse su cuerpo, los rumores seguían vivos con el paso de los años.  De esta manera, surgieron diferentes jóvenes que afirmaron ser la pequeña de los Romanov.

La más famosa fue Anna Anderson. En 1922, en Alemania, afirmó ser la gran duquesa y aseguró que sobrevivió al ataque y un guardia le ayudó a escapar. Sin embargo, Anderson nunca logró demostrar que realmente se trataba de Anastasia.

Miembros de la familia del zar no coincidían: algunos pensaban que sí era la verdadera Anastasia, pero otros no la creían. Esto supuso la batalla legal más larga de la historia de Alemania, ya que el juicio se inició en 1938 y terminó en 1970.

El fallo de la sentencia decía que Anderson no había aportado suficientes pruebas para demostrar que era la gran duquesa, pero que tampoco se podía confirmar que la muerte de Anastasia era un hecho probado.

A lo largo de los años, tras la muerte de Anderson en 1984, se siguieron realizando pruebas. Se encontraron muestras de ADN en un pañuelo que perteneció a Anna Anderson y se confirmó que no se trataba de la hija de Nicolás II.

Además, se comparó su ADN con el de familias de una lista de desaparecidos entre 1918 y 1920, se concluyó que realmente se trataba de Franziska Schanzkowska y nació en Polonia en 1896. Franziska desapareció en 1920 tras perder la memoria trabajando en una fábrica en Berlín. Se cree que, al conocer la historia de Anastasia, asumió su vida como propia.

Además, descubrimientos recientes eliminaron cualquier tipo de duda. En 2007 se encontraron los restos de dos hijos del zar, cuyo ADN mitocondrial coincidía con el de la zarina y las tres hijas encontradas en 1991.

Para asegurar que estos restos eran de la familia imperial rusa, los investigadores cotejaron el ADN mitocondrial de la zarina y sus hijos con los del Duque de Edimburgo, consorte de la Reina Isabel de Inglaterra, ya que es el nieto de la hermana de la zarina.

Con todas estas averiguaciones se acaba con el mito de si la gran duquesa Anastasia sobrevivió, tal y como se creía en la cultura popular.