Pompeya: la ciudad enterrada por el Vesubio

Pompeya era una de las ciudades más prósperas del Imperio Romano. Sin embargo, fue sepultada bajo las cenizas debido a la erupción del que probablemente sea el volcán más peligroso de Europa: el Vesubio. Es el único volcán que sigue en activo en Europa y se sitúa a escasos 10 kilómetros de la ciudad de Nápoles, con cinco millones de habitantes.

La erupción más intensa del volcán Vesubio tuvo lugar en el año 79 d. C. y originó la expulsión de una gran nube de gases, piedras, roca fundida y cenizas. La lava alcanzó una velocidad de unos 100 kilómetros por hora aproximadamente por lo que los vecinos de Pompeya murieron abrasados inmediatamente. Se estima que murieron alrededor de 25 mil personas pertenecientes a no solo a Pompeya, sino también a las localidades cercanas de Herculano y Estabia.

Nada ni nadie consiguió huir de la lava y las cenizas que arrasaron la ciudad, la cual no fue descubierta hasta 1599. Fue encontrada al excavar un túnel subterráneo. Sin embargo, el arquitecto Domenico Fontana descubrió unos frescos con contenido sexual por lo que los volvió a enterrar y no fue hasta 1748 cuando tuvo lugar el redescubrimiento de las ruinas. Carlos III de España, entonces rey de Nápoles, encargó la excavación a un ingeniero español. Desde este momento la ciudad ha supuesto una fuente constante e inagotable de conocimiento para arqueólogos.

Los restos de cenizas y roca siguieron cayendo durante días hasta cubrir la población con una capa de unos 6 metros de profundidad. Las personas y animales fueron calcinados al momento por lo que muchos de los moldes de los cuerpos permanecen intactos en las posturas adoptadas momentos antes de la muerte. Se conserva la forma en la que se encontraban en sus últimos segundos de vida. Las víctimas fueron expuestas a una temperatura que rondaba los 300ºC.

Precisamente debido a las condiciones en las que desapareció la ciudad se ha logrado rescatar múltiples objetos de la vida cotidiana de la época, además de esculturas y pinturas, en muy buen estado de conservación. Esto ha permitido conocer mejor la civilización romana.

El único testimonio que se conserva del acontecimiento es de Plinio el Joven, quien vivió la tragedia en persona y describió en una serie de documentos el desastre del Vesubio el mismo día que ocurrió. En sus cartas declaró que la tierra tembló en varias ocasiones justo antes de la erupción. Sin embargo, no se le dio mucha importancia debido a que los terremotos eran habituales en la zona. El sur de Italia es lugar de movimientos tectónicos debido a que coincide con la unión de las placas Euroasiática y Africana.

Además de esta erupción en el año 79 d.C., ha habido otras muchas a lo largo de la historia. La más reciente, durante la segunda guerra mundial, en marzo de 1944. La población pudo abandonar sus casas y ponerse a salvo gracias a que se anticipó el acontecimiento días antes. De todas formas, las consecuencias fueron catastróficas. La erupción destruyó las poblaciones de San Sebastiano y Massa di Somma las cuales hubo que limpiar y reconstruir posteriormente.

Pompeya es uno de los destinos turísticos más populares en Italia debido a las excavaciones consideradas un tesoro para la humanidad.

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