Los tatuajes

Para entender este fenómeno tan significativo hay que remontarse al neolítico, donde se encontraron los primeros indicios de un ser humano con tatuajes. Se trata de una momia de un glaciar de los Alpes austro-italianos, que tenía la espalda y las rodillas tatuadas. La momia es conocida como Ötzi y se encuentra actualmente en el South Tyrol Museum of Archaeology.

 

 

Uno de los pueblos más prolíficos en el arte del tatuaje es el polinesio y la palabra «tatuaje» viene de tátau, del samoano. Tenían la costumbre de tatuar a sus miembros desde muy pequeños y a medida que iban creciendo, iban tatuando las diferentes partes del cuerpo, hasta llegar al punto de no dejar ningún punto del cuerpo sin tatuajes. La función de esta práctica era la de asustar a los enemigos.

En el antiguo Egipto destacaba el hábito de tatuarse entre las mujeres y en Japón comenzaron a practicar el tatuaje en el siglo V a.C.: era símbolo de las altas clases sociales y decoraban sus cuerpos con pequeñas obras de arte. Otras civilizaciones también se tatuaron, como ofrenda a sus Dioses.

Los marineros llegados a la Polinesia extendieron esta costumbre por todo el mundo, destacando al Capitán Cook, que introdujo en la sociedad occidental el rito y las costumbres.

En la actualidad es una práctica totalmente habitual en todo el mundo. Gran número de personas se han tatuado y los expertos afirman que es algo adictivo.