Los primeros asentamientos de Numantia

Los primeros asentamientos en Numantia datan del Siglo II a.C. cuando los pastores aprovechaban la diversidad de fauna que había para su abastecimiento. Ciervos, osos, lobos, conejos, liebres, jabalíes o caballos abundaban por esas tierras donde los pastores estacionales llevaban a sus rebaños a pastar. La dureza del invierno evitaba un asentamiento permanente de humanos. 

Fue unos siglos más tarde, a partir del Siglo VII cuando se empiezan a datar asentamientos más permanentes, los castros. Estaban fortificados y su base económica era la ganadería. Poco después la cultura celtíbera llegaría a estas tierras para hacerla una de sus núcleos de población más importantes.

Comenzaron a construir “calles” empedradas, estratégicamente construidas para intentar paliar el fuerte viento helando que se da en esa zona geográfica. Así mismo las casas se agrupaban por manzanas. En estas casas predominaban una estancia para comer, otra para dormir y una tercera como despensa aprovechando la construcción en piedra que servía para preservar la caza.

Cuando la opresión romana se hizo más fuerte, varios pueblos se unieron dándose comunidades compuestas por varios pueblos como los arévacos, tittos, lusitanos, vacceos y bellos.

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