Todo lo referente al espacio siempre ha causado admiración e intriga. La curiosidad del ser humano por lo desconocido es infinita, a pesar de que a veces no comprenda todo lo que le rodea.
Una de esas cosas que se escapan a la percepción humana son los cúmulos estelares. Hoy en día, con la contaminación lumínica de las ciudades es difícil deleitarnos con las estrellas en el cielo. En el Universo existen grupos de centenares o millones de estrellas que se agrupan atraídas por su gravedad mutua.
Dependiendo de la edad de las estrellas, éstas se agrupan en cúmulos abiertos (centenares o millares de estrellas jóvenes) o globulares (centenares o millones de estrellas viejas). Pueden permanecer juntas durante períodos de tiempo muy amplios y disgregarse más adelante por la interacción de las nubes moleculares y su propio movimiento.
Los cúmulos nos ayudan a comprender la evolución estelar al haberse formado en la misma época a partir de una nube molecular. Además, pueden usarse para medir sus distancias absolutas y así hacer un mapa a escala del Universo.
