Las teorías y secretos que rodean al Santo Grial

La mayor parte de las leyendas surgidas en la Edad Media entre los siglos 7 y 8 se sitúan en la época de las cruzadas y tienen como protagonista al Santo Grial.

Este místico objeto adquirió tanta relevancia por ser la copa que Jesucristo utilizó en la última cena y con la que José de Arimatea recogió su sangre. Se dice que después viajó con ella hasta Occidente. Como en todo relato legendario medieval, las historias sobre el Santo Grial varían según la tradición. Por ejemplo, en algunas ocasiones el Grial es un cáliz con propiedades curativas y en otras puede resucitar a los muertos y alimentar a miles de soldados. En unos casos se trata de una Copa y en otros de una fuente. Sin embargo, algo común a todas las versiones de la leyenda han sido las aventuras de los nobles caballeros buscando esta preciada reliquia.

 

Uno de los romances más conocidos es el escrito por Chrétien de Troyes, un trovador de la corte de Champaña. Su protagonista era Perceval y su historia va ligada a la de la leyenda del Rey Arturo, que también surgió en estos primeros romances. Los caballeros de la mesa redonda que buscaban el Grial no eran rudos guerreros sino hombres cultos con los valores de las cortes medievales europeas: honor deber y fe. En cualquier caso, la tradición ha desarrollado su propio relato con el Santo Grial.

Para los celtas el Grial podría ser un caldero mágico que una diosa regalaba a un héroe. Tal vez por este motivo las mujeres desempeñan un papel importante en los romances. La influencia Celta también narra que en el siglo I después de Cristo, José de Arimatea, junto con doce eremitas y el Santo Grial, llegaron a Glastonbury donde construyeron la primera Iglesia cristiana de Inglaterra. Posteriormente, en el año 1191, dijeron haber encontrado ahí la tumba del Rey Arturo, relacionando así ambas historias. Además, introdujeron otras leyendas celtas.

A continuación, surgió la trama Templaria relacionada con el Grial. Esta narra los episodios de los romances como si fueran sucesos históricos reales. Además, vincula la leyenda con los cátaros, una secta religiosa del sur de Francia también exterminada por herejía en la Edad Media. Y es que el hilo que les unió fue el Santo Grial. Los cátaros, antes de desaparecer, sufrieron un largo asedio en la fortaleza de Montsegur y se difundieron muchos relatos sobre los tesoros escondidos. Se dijo que cuatro de ellos huyeron para poner a salvo el Grial recibido por parte de los templarios. El argumento es cuestionado, puesto que los cátaros rechazaban los sacramentos y el Grial, con sus fuertes connotaciones eucarísticas, no parece un objeto que les hubiera interesado en exceso.

 

 

A su vez la trama etíope especula que el Grial no es la copa de la última cena, sino que es el arca de la alianza, donde se guardan las tablas de la ley. Según esta tradición, la reina de Saba y el rey Salomón tuvieron un hijo, Menelik I, quién fue coronado rey de Etiopía. Por ello, años después, un sacerdote israelita tuvo una visión: debían enviar el arca de la alianza a Etiopía, a la ciudad de Aksum para ponerla a salvo. Esta leyenda culmina con la afirmación de que el arca y el Grial son el mismo objeto.

Una de las últimas tramas protagonizadas por el Grial es la aria. Durante el tercer Reich, arqueólogos nazis trabajaban en operaciones para buscar la famosa reliquia. Uno de los más conocidos fue Otto Rahn, un explorador que había despertado el interés de los altos cargos nazis por el Santo Grial. Rahn otorgó al misterioso objeto un carácter ocultista para crear una fe germánica y suplantar al cristianismo tradicional. Vinculó a los templarios con los cátaros, considerados como los antiguos germanos, afirmando que la Iglesia católica había destruido su religión. Por ello diseñó un nuevo calendario religioso con nuevas ceremonias y liturgias paganas.

Todas estas leyendas romances y teorías comparten la idea de que la reliquia de Tierra Santa fue trasladada Occidente en la edad media y es probable que los protagonistas de este traslado hubiesen sido los templarios. Desde entonces este místico objeto forma parte de la imaginería medieval.