Las frases más destacadas de Stephen Hawking

Uno de los científicos más aclamados de la historia, no solo admirado por sus valiosas aportaciones a la física y a la cosmología sino también por su espíritu luchador. Con tan sólo 21 años le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica, y poco tiempo de vida. Su afán de superación y su ansia de investigación le salvaron de una muerte casi asegurada.
Su trabajo se ha centrado en intentar aproximar la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica, diseminando entre medias importantes teorías sobre el Universo, el Big Bang y muchas otras que revolucionaron el mundo de la física y abrieron nuevas puertas a la investigación del cosmos.
1. A lo mejor, en los días del hombre de las cavernas la agresividad tenía una ventaja de supervivencia: Permitía obtener más comida, más territorio o una pareja con la que reproducirse. Pero hoy en día amenaza con destruirnos a todos.
2. Una de las reglas básicas del Universo es que nada es perfecto. La perfección simplemente no exista. Sin la imperfección ni tú ni yo existiríamos.
3. Sólo somos una raza superior de monos en un pequeño planeta de una estrella mediocre. Pero podemos entender el Universo. Eso nos convierte en algo muy especial.
4. Si los extraterrestres nos visitaran, el resultado no sería muy diferente a la llegada de Colón a América. Y ya sabemos que no fue muy bueno para los nativos americanos.
5. Preguntarse qué había antes del Big Ban es como preguntarse qué hay al norte del polo norte.
6. Limitar nuestra atención a cuestiones terrestres sería limitar el espíritu humano.
7. La raza humana necesita un desafío intelectual. Debe ser aburrido ser Dios, y no tener nada que descubrir.
8. Los virus de computadoras deberían ser considerados como vida. Pienso que esto dice algo acerca de la naturaleza humana, que la única forma de vida que hemos creado es puramente destructiva. Hemos creado una forma de vida a nuestra imagen y semejanza.
9. Inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios.
10. El peligro radica en que nuestro poder para dañar o destruir el medio ambiente, o al prójimo, aumenta a mucha mayor velocidad que nuestra sabiduría en el uso de ese poder.