La defensa de San Juan de Acre por parte de los Templarios

El 5 de abril de 1292 los Templarios lucharon contra el gigantesco ejército musulmán en la defensa de la última gran ciudad cristiana en Tierra Santa, San Juan de Acre

Aquella mañana de abril el ejército templario se vio obligado a defender esta ciudad, ubicada en la actual Israel, ante un inmenso ejército musulmán. Pero esta batalla no fue de improviso, fue una situación límite que se fue gestando durante años.

En 1273 Guillaume de Beajue fue nombrado Gran Maestre de la Orden de los Templarios. En este momento la situación de los cristianos en Tierra Santa era límite desde que perdieron Jerusalén en 1187, al que siguieron otros territorios como Antioquía, Chastel Blanc, Kark o Monfort. Tras estas derrotas, los templarios tuvieron que pactar una tregua muy inestable por Acre, una ciudad a orillas del Mediterráneo donde las principales órdenes religiosas y militares residían.

A pesar de querer recuperar el control de las tierras perdidas, el Gran Maestre Beajue sabía que enfrentarse al ejército musulmán era poco más que un suicidio. En 1290 una partida de cruzados italianos desembarcó en Acre. Bebedores, difíciles de mandar, insubordinados, son algunos de los adjetivos que perseguían a estos hombres que no hacían sino dar más inestabilidad a la situación. Este ejército de cruzados venía con afán de conseguir riquezas. Al ver que no llegaban, comenzaron a robar y asesinar a mercaderes musulmanes de la ciudad. Ante tal amenaza el Sultán Qalawun armó un ejército de más de 220.000 hombres, determinado a tomar Acre. Tras la muerte de Qalawun, el nuevo Sultán Al-Ashraf posicionó sus tropas frente a la ciudad.

Apenas 20.000 hombres entre cruzados y templarios comandados por Guillaume de Beajue era la defensa de la última gran ciudad cristiana. El 7 de abril comenzó el asedio musulmán. Un mes tardaron en atravesar la primera muralla de la ciudad hasta llegar a la Torre Maldita a la que siguió apenas una semana más tarde la Torre del Rey. La toma de estas dos primeras barreras defensivas dejó paso franco al ejército musulmán para arremeter con toda su potencia a la muralla central de la ciudad. Esta última defensa la harían los Templarios y el Gran Maestre Beajue. Era una batalla perdida, el ejército del sultán era 10 veces más numeroso y poderoso y por mucho que pusieran de su parte los templarios, la derrota era inminente. El Gran Maestre en un último intento de defender la ciudad acudió a la puerta de San Antonio, si perdían esa defensa, todo acabaría. Cuando llegó a la puerta, fue alcanzado por una flecha envenenada. Esa misma noche, falleció.

Si quieres saber todo sobre los Templarios no te pierdas los lunes a las 22h un nuevo episodio de Territorio Templario, patrocinado por la Diputación de Castellón.